El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 582

—¡Señorita Lourdes, el suelo está frío! ¡Póngase los zapatos antes de salir, su cuerpo todavía está muy débil!

La sirvienta corría como loca detrás de ella con los zapatos en la mano, pero Lourdes no escuchaba nada, corriendo desesperada, descalza y tambaleándose hacia afuera.

¡No quería esperar ni un momento más para recibirlo!

Deseaba tener alas para volar al lado de Juan, tocar su cara y comprobar si esto era un sueño o simplemente realidad.

Lourdes corrió tan rápido que, sin darse cuenta, tropezó. Justo cuando estaba a punto de caer, un par de manos fuertes y firmes la sostuvieron con seguridad.

Lourdes levantó la cabeza con total rigidez. Ante ella seguía habiendo una oscuridad profunda, no podía ver nada, pero en ese momento, sintió una mirada ardiente sobre ella.

—¿Juan?

La voz de Lourdes tembló mientras pronunciaba tentativamente su nombre.

La respuesta que tantas veces había escuchado solo en sus sueños sonó con claridad en sus oídos, con la misma ternura de siempre: —Soy yo, Lourdes, he vuelto.

El aroma familiar, la voz familiar, ¡era sencillamente Juan!

A Lourdes le cayeron lágrimas como lluvia mientras agarraba con fuerza los brazos de la persona frente a ella. —¿Dónde has estado? ¿Por qué has tardado tanto en volver? Pensé... pensé que estabas muerto...

—Idiota, ¿sabes cómo he sobrevivido todos estos meses? Pensaba en ti todos los días, rezando para que estuvieras a salvo... ¿No estoy soñando? ¿Verdad? ¿Es esto real?

Los ojos de Lourdes estaban completamente rojos, con lágrimas cayendo una tras otra sin parar.

—No es un sueño, tonta, todo es real mírame. —Juan tomó la mano de Lourdes y la colocó cuidadoso sobre su rostro, consolándola: —Si no me crees, pellízcame y compruébalo.

Al decir esto, Lourdes se secó las lágrimas y preguntó: —Juan, ¿qué pasó exactamente en el mar aquel día? El barco se hundió, ¿cómo lograste escapar? Si estabas bien, ¿por qué no regresaste durante tanto tiempo?

Una serie de preguntas que habían estado atormentando el adolorido corazón de Lourdes salieron directamente.

Juan suspiró y respondió: —Aquella noche hace medio año, el barco regresaba a Solerana cuando fue atacado por otra embarcación en alta mar. La situación era algo urgente, así que otro subordinado y yo tomamos una lancha rápida para intentar rodear y capturar primero al líder de los atacantes.

—Sin embargo, de repente se desató una fuerte tormenta en el mar que me arrastró. Cuando desperté, ya estaba en otro país.

—Me rescataron los tripulantes de un petrolero. No entendía su idioma y, debido a mis heridas, no podía comunicarme con el exterior. Para cuando finalmente me recuperé lo suficiente como para caminar, ya había pasado casi medio año de lo sucedido.

—Sabía que estabas preocupada por mí, así que regresé lo más rápido que pude. Afortunadamente, aún he llegado a tiempo para verte.

Juan tomó el rostro de Lourdes entre sus manos. Su voz era tierna y completamente sincera, explicando con brevedad su situación con palabras llenas de afecto.