El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 609

Obtener el sello del Grupo Pérez te otorga control absoluto sobre todas las propiedades de incalculable valor esparcidas por todo el mundo.

¡Permite acceder a las colecciones de arte y oro, valoradas en más de diez mil millones de dólares, almacenadas en las cajas fuertes de los principales bancos!

Cualquiera de estas sería suficiente para volver loco a cualquiera.

Juan deseaba con ansias tomar con fuerza a Lourdes por los hombros y exigirle que revelara la ubicación del sello, pero la poca razón que le quedaba le decía que no debía exponerse demasiado pronto.

¡Había sido guardaespaldas de la familia Pérez durante tantos años, y su paciencia inquebrantable era lo que lo sostenía!

Sin embargo, mientras mantenía su paciencia, su ambición seguía creciendo cada vez más. Ser un guardaespaldas de la familia Pérez nunca le permitiría adquirir una extensa fortuna, así que ideó un plan para acercarse a Lourdes y casarse con ella.

Pero incluso después de convertirse en su esposo, solo descubrió que había dos sellos del Grupo Pérez, uno en manos de Vicente y el otro en las manos de Lourdes.

Para su desgracia, Vicente había comenzado a sospechar de él hace mucho tiempo y siempre estaba en guardia.

Sin otra opción, Juan decidió fingir su muerte y robar el mapa.

Pero, contra todo pronóstico, aunque obtuvo el mapa, no pudo encontrar el tesoro legendario.

No fue sino hasta que se enteró de que Lourdes estaba embarazada que cambió enseguida su estrategia, llegando a un acuerdo secreto con la familia Ruiz y regresando astutamente a la casa de los Pérez.

Ayudó a Emiliano a matar a Vicente, y él a cambio lo ayudó a convertirse en el nuevo líder de la familia Pérez.

Todo salió según lo planeado, logró envenenar a Vicente, eliminando así la mayor amenaza posible, y solo quedaba la indefensa y ciega Lourdes.

—Lourdes, ¿acaso entre nosotros aún hay distancias? ¡Soy tu esposo, la persona más importante para ti y cercana en tu vida!

—Además, solo quiero ayudarte a aliviar tus cargas.

—Como tu esposo, como el padre de nuestro hijo, es mi deber protegerlos.

—Lourdes mira, entrégame el sello, y cuando todo se haya calmado, te lo devolveré, ¿de acuerdo?

Juan hablaba con una sinceridad inquebrantable; si uno se tapara los ojos y solo usara los oídos, con facilidad podría ser convencido por sus "profundos sentimientos".