El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 63

Resumo de Capítulo 63 : El Regreso de la Heredera Coronada

Resumo de Capítulo 63 – Uma virada em El Regreso de la Heredera Coronada de Internet

Capítulo 63 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de El Regreso de la Heredera Coronada, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura Segunda oportunidad, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.

Al escuchar el término "prometido", Ángeles casi vomitó; su repulsión era evidente y sin disimulos. Respondió: —No quiero nada con alguien de tan mala reputación.

Parecía que Vicente sonreía, su voz lánguida y magnética, fría como siempre pero con un matiz siniestro, añadió: —Tienes buen ojo.

¿Acaso él tampoco tenía una buena opinión sobre Óscar?

Ángeles estaba sorprendida.

Pero el lujoso coche negro ya estaba en marcha; a través de la ventanilla que se bajaba, Vicente se recostaba perezosamente en el asiento de cuero. Su postura despreocupada aún destilaba una atmósfera de "mantener distancia", y su comportamiento irradiaba un poder innato, noble y deslumbrante.

Los rayos del sol iluminaban su piel pálida y fría, sus rasgos eran nítidos y perfectos.

Ángeles se quedó mirándolo un momento, recordando los rumores sobre Vicente Pérez, el líder de la familia Pérez, quien a sus veintiocho años tenía un poder considerable.

Comparado con él, Óscar no era nada.

No, Ángeles se reprendió a sí misma por tal pensamiento; aunque en su opinión Vicente no era una buena persona, Óscar ni siquiera merecía ser comparado con él.

Ese desecho humano debería quedarse en el basurero donde pertenece. ¡No se lo merece!

Justo después de este pensamiento, Ángeles levantó la vista y se encontró con las miradas furiosas de Óscar y Paula.

Ángeles: ...

Parece que habló demasiado pronto.

Paula había salido corriendo llorando de la casa Aguilar.

En la villa de Casa Aguilar, Rafael, completamente desarmado por Pedro, quien conocía su punto débil, no tuvo más opción que aceptar su demanda:

Que Óscar se casara con Ángeles.

Y, de hecho, ya se había fijado la fecha de la boda.

Era evidente que Pedro había preparado todo con anticipación, incluso había seleccionado el día de la boda y hecho que el mayordomo distribuyera de inmediato las invitaciones de compromiso.

Óscar, apretando los dientes, se acercó a Ángeles en pocos pasos, con los ojos llenos de una ira contenida y desprecio, gritó: —Ángeles, siempre dices que no quieres casarte conmigo. ¿Entonces por qué no viniste esta mañana? ¡Claramente lo hiciste a propósito!

...

Ángeles se quedó atónita por el grito.

Ella realmente no sabía qué había pasado esa mañana en Casa Aguilar; para ella era solo cuestión de rechazar la intención de Pedro de casarla y luego cambiar las cosas para que Paula y Óscar se casaran, simplemente deseándoles lo mejor a ambos.

¿Acaso Rafael y Nancy no pudieron resolver algo tan simple?

Paula, con los ojos llorosos, lanzó una invitación dorada y sollozó: —Me rindo, me retiro. ¿Estás contento ahora?

Ángeles tomó la invitación y la leyó; casi se desmaya de la indignación.

¡Allí estaban su nombre y el de Óscar, y hasta la fecha del compromiso ya estaba fijada!

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