El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 633

Entonces, ¿por qué cayó el Mono en la trampa?

Bárbara comentó lo siguiente, —Jefecilla, no hay guardias adentro; seguro que hay infinidad de trampas. No podemos bajar la guardia. Cuando entremos, quédate cerca de mí, ¿de acuerdo?

Ángeles sonrió y obedeció, —está bien.

En ese momento, los cinco puntos rojos de localización en la tableta se acercaban sigilosos cada vez más y, pronto, un canto de pájaro resonó con fuerza desde la selva. Aparecieron de repente cinco mercenarios, incluyendo al Gran tipo.

—Jefa.

—¡Jefa!

Todos bajaron la voz y se aproximaron a Ángeles con movimientos suaves y ligeros.

Ángeles les explicó brevemente la situación para entrar. Una vez entendido, el Gran tipo tomó la delantera, ingresando primero al búnker, seguido por dos mercenarios más, luego Bárbara y por último Ángeles.

Otros dos mercenarios se encargaron de la vigilancia y la protección detrás de ellos.

Avanzaron sin obstáculo alguno hasta llegar a una amplia puerta de hierro.

El Gran tipo estaba a punto de forzarla, cuando Bárbara lo apartó de un solo empujón, sacó un delgado alambre de su cabello y comenzó a manipularlo con destreza.

Con un clic, la cerradura pronto se abrió.

Bárbara levantó una ceja hacia Ángeles, señalándose a sí misma en señal de elogio.

Ángeles le respondió con un lindo gesto de aprobación.

Entraron sin problemas.

Ante ellas, se extendía un pasillo oscuro y vacío.

El Gran tipo estaba preparado para combatir, pero cuando la linterna iluminó el lugar, solo reveló un búnker ordinario y vacío.

Ángeles se quedó pensando por unos minutos, finalmente entendiendo por qué el Mono había desaparecido. Este grupo de mercenarios, fuertes de cuerpo pero simples de mente, eran valientes y temerarios, no temían al peligro, ¡lo que temían era que no hubiera suficiente peligro!

El lado positivo de este tipo de personas es que eran audaces para actuar, pero la desventaja era clara, demasiado impulsivos y subestiman al enemigo.

Ángeles ya había decidido que, una vez terminado este asunto, enviaría el resto del pago y los despacharía en el acto.

Ángeles suspiró, recogió el monitor móvil del suelo y lo lanzó como si fuera una bola de bolos.

Mientras la cámara rodaba hacia adelante, se oyeron más sonidos de mecanismos operando en el techo, y esta vez, el truco fue aún más severo: ¡láseres infrarrojos!

—¡Tírense de inmediato al suelo!

Ángeles gritó descontrolada, empujando la cabeza de Bárbara hacia abajo y ambas se tiraron al suelo.

Detrás de ellos, un ruido ensordecedor anunció que el dispositivo de láser infrarrojo había sido efectivo, cortando una profunda marca en la puerta de hierro que tenían detrás.