El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 634

¡Terror!

Todos estaban con el corazón en la mano, todavía no se habían recuperado del impacto del láser cuando oyeron al Gran tipo aullar con dolor.

Ángeles se quedó helada, ¿podría ser que él estuviera herido?

Todos miraron hacia el Gran tipo y lo vieron sosteniendo un montón de cabello, a punto de llorar.

Ángeles: —...

¿Cómo pudo haber reclutado a un hombre tan infantil como este?

El Gran tipo realmente se sentía agraviado, su cabello acababa de ser cortado, como un montón de césped segado, su hermoso cabello ahora se veía horrible.

—Uuush, mi cabello se ve tan feo...

—Deja de llorar como un niño, deberías estar agradecido de que solo se haya cortado el cabello, si hubiera sido la cabeza, solo podríamos haberte dado el pésame.

Bárbara rodó los ojos, sin pelos en la lengua.

El Gran tipo sollozó un poco y, sosteniendo su cabello, finalmente lo metió cuidadosa en su mochila.

Bárbara continuó. —¿Lo vas a llevar a casa para recordarlo? Está bien, conozco a alguien que puede hacerte una peluca con eso, te lo recomendaré cuando regresemos.

El Gran tipo gruñó y no prestó atención.

Ángeles se apresuró a decir, —Está bien, en las próximas acciones, no se permiten tonterías ni actos imprudentes.

Dicho esto, Ángeles avanzó al frente del grupo para inspeccionar con detenimiento la situación.

Bárbara se abrió paso entre los demás y siguió de cerca a Ángeles.

Exploraron cautelosamente y desactivaron dos trampas más, hasta que al final, en lo profundo de un enorme búnker, encontraron una pequeña cabaña escondida.

Según los datos recogidos por las cámaras de infrarrojos, había gente dentro de la cabaña, alrededor de quince o dieciséis personas.

—Por fin hemos llegado, es aquí.

Él se sentiría culpable por su secuestro.

Quizás en este momento estaría buscando cómo investigar su paradero. ¡Ella en realidad no podía rendirse!

Durante esos días, Ximena y las otras chicas se ayudaban mutuamente, frotando las cuerdas en sus manos y luego ayudándose unas a otras a morder los nudos de las cuerdas.

Los nudos ya estaban muy sueltos por cierto y, ¡solo faltaba un poco más!

Cuando escucharon el sonido de la puerta siendo pateada, las chicas temblaron de miedo, retrocediendo asustadas y con lágrimas en los ojos, dijeron: —Esto es el fin, no hay esperanza alguna, el hombre de negro dijo que cuando volviera, nos mataría.

Ximena dijo con firmeza, —No se rindan, estamos muy cerca de escapar, ¡ayúdenme a desatarme, todavía tenemos una oportunidad!

Las otras dos chicas decidieron arriesgarlo todo, ya que de todos modos iban a morir, y con pánico pero decididas a todo, mordieron el nudo ya suelto en las muñecas de Ximena hasta liberarla.

Con las manos libres, Ximena de inmediato corrió hacia la esquina, recogió un palo de hierro y silenciosa se posicionó al lado de la puerta.

Estaba lista para atacar a cualquiera que entrara.