El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 639

—Jefecilla, ¡tenemos que volver a la montaña! Las últimas noticias son que Samuel también se ha dirigido allí. Él colocó un rastreador en el Mono, y solo él sabe dónde está el Mono.

Hace veinte minutos, Bárbara condujo a un grupo de personas montaña abajo hasta un refugio seguro.

Las chicas fueron rescatadas y, tras llorar por unos minutos de alegría, lo primero que hicieron fue usar el celular de Bárbara para llamar a sus casas y confirmar que estaban a salvo.

Ximena no fue la excepción.

Primero, llamó a su abuela para informarle lo sucedido y luego a Samuel, y fue entonces cuando se enteró de que él estaba justo en esa montaña.

Ximena, atónita, le informó a Samuel que había sido rescatada; él, sin dudarlo dos veces, se apresuró a llegar y su reencuentro fue motivo de envidia para Bárbara.

Antes de que pudieran expresar sus anhelados sentimientos, Bárbara interrumpió su abrazo para preguntar sobre la situación.

Al principio, Samuel evadió las preguntas, pero tras saber que Bárbara era la salvadora, reveló sin tapujos todo.

Resultó que durante la desaparición de Ximena, Samuel había estado buscándola activamente, empleando diversos métodos para rastrear su paradero.

No obstante, sus esfuerzos parecían ser insuficientes.

Fue entonces cuando el Mono se le acercó, indagando detalles sobre la desaparición de Ximena.

Durante la conversación, Samuel también indagó, y el Mono se inventó una identidad, afirmando que era un investigador del caso de desaparición de chicas.

Samuel, por supuesto, colaboró en todo.

Pero mientras colaboraba, también tenía un objetivo y un plan; sin que el Mono lo notara, arrojó un localizador en la mochila de este.

El Mono, capaz y ágil, cometió un error común en los fuertes: subestimarlo.

Fue esta subestimación la que le impidió percibir en ese momento los movimientos de Samuel, permitiendo de esta manera que Samuel colocara exitosamente el localizador.

Cuando vieron a Ángeles, Ximena aún no había tenido tiempo suficiente de explicar cuando Samuel ya había saltado.

—¡...Eres tú! ¡Tú, mujer nefasta!

Él señaló a Ángeles, su rostro enrojecido, con la apariencia de querer maldecir pero sin lograr articular las palabras.

Samuel no había olvidado el terrible incidente en el estacionamiento del hospital; la joven vestida de negro ante él había agarrado el cuello de Ximena, casi asfixiándola.

Al verla de nuevo, tuvo una reacción de estrés y su primera acción fue proteger a Ximena, observando con furia a Ángeles.

Ximena se apresuró a decirle, —¡eso fue malentendido, Samu, no te preocupes, ella fue mi salvadora! ¡Ella lideró el equipo que me rescató!

—¿Ah?— Samuel quedó desconcertado por un momento y, tras comprender lo sucedido, su expresión se tornó torpe y avergonzada. —Lo siento...

Ángeles interrumpió su leve disculpa, sin tomarla en cuenta, y ansiosa preguntó, —¿El localizador, dónde está?