El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 649

El hombre de negro conocía muy bien esta zona montañosa. Su figura oscura dio varios saltos consecutivos y, oculto entre los densos árboles y maleza, ¡desapareció en un instante!

El sonido de la campana de bronce aún parecía tener cierto eco, llegando desde la distancia.

Bárbara apretó con fuerza los dientes, enfadada por lo rápido que había huido el hombre de negro, y al mismo tiempo preocupada por la terrible situación de Ángeles. ¡De inmediato se dio la vuelta y corrió apresurada por el camino por donde habían venido!

—¡Jefecilla!

Bárbara gritó desesperada, pero descubrió que justo en ese lugar, a Ángeles le habían bloqueado el paso varias personas y ¡estaba luchando!

Se notaba que ese grupo de personas quería controlar como fuera a Ángeles, pero no se atrevían a herirla, por lo que sus movimientos estaban completamente limitados. Al contrario, Ángeles aprovechó estas oportunidades y debilidades ¡para derribar a dos de ellos!

Luego, aprovechando ese mínimo espacio, ¡Ángeles corrió rápidamente hacia el bosque oscuro!

Bárbara se alarmó de nuevo y corrió apresurada para detenerla, sin embargo, en ese momento, una figura alta y esbelta saltó del auto que venía detrás. Dio unas largas zancadas y en pocos pasos ¡alcanzó a Ángeles!

Si en ese instante Ángeles aún tuviera conciencia, ¡habría reconocido de inmediato que esa persona era Emilio!

Emilio sujetó con fuerza la muñeca de Ángeles. Antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, ¡el puño de Ángeles con la otra mano ya se estrellaba contra su atractivo rostro!

Emilio recibió el golpe certero.

Su furia se encendió al instante, Emilio se enfureció, miró fijamente el rostro delicado de Ángeles, fuera de sí, enfurecido, —¡Ángeles! ¿Te has vuelto loca?

Los subordinados que estaban detrás temblaban de miedo. Ya fuera en Ríoalegre o en otros lugares, ¿quién se atrevía a tratar de esa manera a Emilio?

¿Golpearlo tan solo más llegar? ¿Con tanta valentía?

Pero Ángeles en ese instante no respondió. Sus ojos, claramente delineados en blanco y negro, estaban vacíos pero limpios, y sus largas y bonitas pestañas temblaron levemente dos veces. ¡Justo después, otro puñetazo fue directo hacia la sien de Emilio!

Emilio cuidadoso extendió la mano y le sujetó el mentón, obligándola a levantar la cabeza.

A la luz de la luna sobre sus cabezas y la linterna que brillaba detrás, por fin pudo ver con claridad que los ojos de Ángeles estaban vacíos, su frente empapada en sudor, y sus labios, que normalmente mostraban un atractivo tono rojizo, ¡ahora estaban sangrando por haber sido mordidos por ella misma! Su rostro se veía aún más pálido y demacrado.

—Dímelo, ¿qué te pasa?

El rostro de Emilio se tornó visiblemente sombrío, preocupado mientras fijaba su mirada en el rostro de Ángeles. En el fondo de sus ojos apareció una tensión y preocupación latente que ni él mismo había notado.

Bárbara se abalanzó hacia el frente, sostuvo a Ángeles, y en un movimiento rápido y preciso, ¡le dio un puñetazo en la nuca!

En ese instante, el cuerpo de Ángeles se tornó blando, y todo su ser cayó hacia abajo, perdiendo el conocimiento.

Emilio la sostuvo con una mano, al mismo tiempo que se giraba con intención de pelear con Bárbara, pero ella se adelantó en ese momento a decir: —¡En su estado actual, lo mejor que podía pasarle era desmayarse!