El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 650

Emilio dobló los dedos y, tras una breve vacilación, soltó de inmediato el agarre que tenía sobre Bárbara, bajando la vista para observar el estado de Ángeles. Descubrió que ella solo estaba inconsciente, con la respiración y el pulso estables, lo que le permitió de esta forma tranquilizarse un poco.

Bárbara había intentado arrebatarle a Ángeles, pero cuando Emilio la observó, esa mirada sombría y penetrante la dejó paralizada.

En ese instante, Bárbara tuvo la impresión de que Emilio no la había matado únicamente por consideración hacia Ángeles. Si ella hubiera dado un paso más… ¡él no habría mostrado piedad alguna con ella!

Y eso sin mencionar que detrás de Emilio había numerosos subordinados.

¡Y la verdad quienes venían, no lo hacían con buenas intenciones!

Bárbara respiró hondo y permaneció inmóvil, aunque su rostro ya mostraba un ligero tinte de ironía. —Has estado siguiéndonos desde hace bastante tiempo, ¿verdad, Emilio?

Ya desde antes, en la Ciudad de la Luz de la Luna, Bárbara había sentido que, cerca del consultorio médico y la villa de Ángeles, siempre había una mirada acechante.

Cuando intentaba observar con más atención, no encontraba rastro alguno.

En aquel momento, pensó que el observador solo espiaba, atento a los movimientos de Ángeles, vigilante acechando desde las sombras, con un aparente sentido de protección.

En definitiva, no parecía tener malas intenciones con ella.

Incluso, Bárbara se lo había mencionado alguna vez a Ángeles, quien, como si ya supiera de la presencia de alguien cercano, respondió con indiferencia: —No te preocupes.

Hasta hoy, el observador finalmente se había revelado.

Sin embargo, la verdad no esperaba que aquel observador tuviera un origen tan complejo.

¡El líder de la familia González, Emilio!

Como era de esperarse, Emilio habló también, con una actitud de desgano y un tono cargado de significado: —Deberías estar agradecida por ser la guardaespaldas de Ángeles; de otro modo, no tendrías la oportunidad siquiera de hablar.

Tranquilizada por su reacción, Bárbara continuó admirada con las cejas alzadas: —La persona que la controlaba estuvo a punto de ser capturada hace un momento, pero tristemente fallamos… se nos escapó.

Emilio se volteó hacia uno de sus guardaespaldas con una expresión aterradora y ordenó: —¡Investiga esto!

—¡Sí señor enseguida!

El hombre de negro había escapado justo cuando Emilio llegó, por lo que este logró verlo.

Sin embargo, dadas las circunstancias, descubrir más detalles al respecto y capturarlo sería extremadamente difícil.

Los guardaespaldas intercambiaron ciertas miradas, demostrando una gran capacidad de reacción, y enseguida giraron sobre sus talones, corriendo apresurados en la dirección en la que el hombre de negro había huido.

Emilio preguntó de nuevo: —¿Desde cuándo sucede esto?