El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 670

¿De dónde procedía esa explosión?

Ángeles y Lourdes intercambiaron miradas, aún sin recuperarse del tremendo estruendo, cuando otro ruido ensordecedor surgió de la misma dirección.

—¡Boom!

Una nube en forma de hongo, más clara y definida se elevó de inmediato, acompañada de un temblor en el suelo.

El conductor, asustado, frenó de golpe y no se atrevió a avanzar.

—¿Qué está ocurriendo? ¿De dónde viene esa explosión? —Lourdes estaba visiblemente asustada, agarrándose instintivamente al respaldo del asiento delantero, con sus pensamientos confusos y sin poder asimilar lo sucedido aún.

Ángeles, sin necesidad de reflexionar, supo de inmediato que definitivamente Vicente había ordenado la explosión.

La intensidad del bombardeo, su poder destructivo y la dirección en la que se centraba parecían coincidir exactamente con la ubicación donde anteriormente habían detectado a Belén. Con esos dos ataques, si Belén aún se encontraba allí, ¡probablemente ya no tendría escapatoria!

Ángeles estaba a punto de sacar su teléfono para llamar a Vicente, pero antes de que pudiera marcar el número, varios autos se aproximaron desde atrás. Solo con echar un vistazo a las matrículas, reconoció que todos eran vehículos de la familia Pérez.

Ángeles guardó su teléfono.

Pronto, uno de los autos se detuvo a su lado. A través de la ventanilla bajada, Ángeles miró hacia dentro y vio solo a dos guardaespaldas y a Hugo, sin evitar preguntar. —¿Dónde está Vicente?

—El señor Vicente está en el helicóptero, no se preocupe —respondió Hugo con rapidez.

Mientras Hugo terminaba de hablar, Ángeles levantó la vista y escuchó el zumbido de un helicóptero sobre ellos, dirigiéndose hacia las Shadowsonic Mountains.

Ángeles se dirigía hacia el origen de las explosiones.

Mirando hacia arriba, el helicóptero que había estado sobre ellos parecía haber aterrizado ya, pues no se veía en ninguna parte. Ángeles, entonces, aceleró el paso en esa dirección.

A mitad de camino, el teléfono de Ángeles sonó.

Inicialmente, Ángeles no tenía intención de contestar, pero el mismo número insistió con dos llamadas consecutivas, como si no fuera a rendirse hasta obtener respuesta. Finalmente, Ángeles deslizó la pantalla con impaciencia y contestó: —¿Qué quieres?

Su tono era frío, desprovisto de emoción.

Del otro lado del teléfono, Emilio rió de manera abierta y maliciosa, preguntando de forma poco seria: —Cariño, tengo una pregunta, ¿siempre eres tan fiera cuando contestas mis llamadas, o solo eres fiera conmigo?