El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 684

El hombre estaba inconsciente, atado, e incluso tenía medio puño de su propia manga metido en la boca para evitar que se mordiera la lengua. La imagen desastrosa de Emilio en ese momento era verdaderamente lamentable, pero nadie presente podía encontrar humor en la situación.

Los dos miembros de la familia González preguntaron: —Señorita Ángeles, ¿significa esto que el señor Emilio se ha recuperado?

—Por supuesto que no. ¿Acaso creen que es tan fácil? —Ángeles se frotó las sienes, sintiendo también frustración.

Según los resultados de su diagnóstico, la magia negra que Emilio había lanzado sobre ella y sobre sí mismo esta vez era una versión modificada, y sus efectos eran brutales. Una vez implantada, no había forma de deshacerla.

Esto significaba que Emilio tendría que soportar la mordedura de la larva venenosa que devora el corazón en su lugar... hasta morir.

No había otra solución.

Si esto seguía así, ¿cómo podría jamás pagar una deuda de vida humana?

Los dos miembros de la familia González conocían el peligro.

Para ser exactos, cuando Emilio le había pedido a Filiberto que modificara la magia negra y había insistido en tomar esa decisión, ellos ya habían escuchado de boca de Filiberto que el peor escenario posible era que no hubiera cura, ¡solo la muerte!

Cuando las cosas no ocurren realmente, siempre queda un atisbo de esperanza ingenua y alivio.

Hasta que esa esperanza y ese alivio se rompen por completo.

—¿Quiere decir que... el señor Emilio no tiene salvación? —Los miembros de la familia González se miraron entre sí, sus rostros pálidos. Uno de los guardaespaldas más leales estaba al borde de las lágrimas.

Aunque seguía con vida, era como si ya le hubieran dictado sentencia de muerte. Solo podían observar impotentes cómo el ceño de Emilio se fruncía de dolor incluso en su estado inconsciente. Este sentimiento de inutilidad se apoderó de los corazones de los guardaespaldas.

Ángeles no dijo mucho más, pero en su interior ya había tomado una decisión. Algunas ideas, una vez analizadas, se volvían más claras.

Bárbara intervino: —Jefecita, ¿nos vamos de aquí?

Vicente se había marchado con su gente, Lourdes había sido llevada de urgencia al hospital, todos los miembros de la familia Pérez se habían retirado, y el rastro de los helicópteros había desaparecido hacía rato.

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