El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 689

¡Dicho esto, fue el primero en lanzarse al ataque!

Directamente frente a Emiliano había tres personas, y de inmediato comenzaron a luchar intensamente, tanto en ataque como en defensa. A primera vista, sus movimientos parecían caóticos, pero el puñal de tres filos en manos de Emiliano era especialmente deslumbrante y emitía un frío resplandor.

Al ver que su lucha era feroz y desesperada, la insatisfacción que el hombre de negro había sentido hacia Emiliano se disipó.

Aunque Emiliano había calculado mal varias veces, causándoles grandes pérdidas, al menos era confiable y no había huido dejándolo solo en un momento crítico.

El hombre de negro no vaciló más y de inmediato se lanzó contra los cinco miembros del Centro Nacional de Inteligencia que tenía delante.

El sonido de las armas chocando creaba chispas, los golpes se sentían profundamente y los gemidos eran seguidos ocasionalmente por salpicaduras de sangre cuando una cuchilla rozaba la piel.

Quedaban otros cinco, y aunque el conductor sabía que no era rival, aun así se armó de valor, gritó y se lanzó al combate.

Emiliano estaba teniendo dificultades, y pronto se lastimó, su limpia camisa blanca estaba manchada de barro y sangre, y su cabello, siempre meticulosamente peinado, estaba desordenado y pegado a su frente.

La herida más grave estaba en su brazo, un largo corte del que la sangre caía gota a gota desde el codo, mezclándose con el sudor frío.

El conductor, que luchaba no lejos contra cinco personas, al verlo gritó. —¡Señor Emiliano!

Pero ese momento de distracción fue aprovechado por los miembros del Centro Nacional de Inteligencia para encontrar un hueco, y con un sonido húmedo, el conductor sintió un frío en el vientre. Bajó la vista y vio que un brillante cuchillo había sido clavado en su estómago.

El dolor se extendió después de un retraso, y aunque quiso contraatacar, su velocidad, fuerza y capacidad de reacción habían disminuido significativamente, ya en desventaja, ahora ni siquiera tenía espacio para responder antes de que otra cuchillada viniera directamente hacia él.

¡Pero desde que Emiliano mencionó los diez minutos, solo habían pasado tres!

Los siete minutos restantes, solo podían resistir.

El hombre de negro rugió, lanzando por los aires a un miembro del Centro Nacional de Inteligencia que había agarrado su garganta, y con el puñal de tres filos hirió a otros dos que intentaron atacar por sorpresa. Sin tiempo para respirar, desde el lado de Emiliano llegó un gemido sordo, seguido de un golpe que lo lanzó varios metros.

—Mocoso, ¿estás bien? —El hombre de negro, mientras peleaba, se movió hacia donde estaba Emiliano, posicionándose a su lado en una postura defensiva para prevenir ataques sorpresa.

Emiliano tosió varias veces, escupió sangre y su rostro estaba pálido, parecía estar gravemente herido y con dificultades para levantarse.

Justo cuando el hombre de negro iba a hablar, sintió que algo le era colocado en la palma de la mano.