Qin Ming fue al estadio por Nie Haitang.
Muchos estudiantes estaban sudando debido al caluroso y brillante sol. También había algunos hombres depravados apoyados contra la cerca y trataban de tomarles fotos a hurtadillas a las hermosas chicas que estaban ejercitándose.
A Qin Ming no le importaba por lo general, ya que sucedía con mucha frecuencia.
Pero entonces se dio cuenta de que estaban tomándole fotos a Nie Haitang.
—Tch, tch. Nie Haitang se puso un nuevo atuendo deportivo hoy. ¿Me pregunto a quién querrá mostrárselo? Sus piernas son tan delgadas y blancas, su cintura es tan esbelta y su rostro es tan hermoso. Estaría extasiado si tuviera la oportunidad de hablar con ella… Oye, ¿quién me quitó mi cámara? —Un hombre obsceno estaba babeando al ver las fotos. Qin Ming le quitó la cámara por detrás.
Los otros 3 fotógrafos dejaron de tomar fotos de inmediato. Rodearon a Qin Ming y le dijeron con enojo.
—¿Quién eres? ¿Crees que eres un maestro para imponer disciplina? Este es un lugar público. No está prohibido tomar fotos aquí.
Qin Ming les echó un vistazo a las fotos de la cámara y se dio cuenta de que todas las fotos eran de Nie Haitang. Entonces dijo con irritación.
—¿Cuánto? Las compraré todas.
Uno de los hombres se burló de forma grosera.
—¡Eh! ¿No eres el chico que por lo general nos lleva comida a nuestro dormitorio?
El hombre al que le había quitado la cámara dijo con desdén.
—¡Ja, ja, ja, ja! Resulta que no eres mejor que nosotros. Pagué por esta cámara reflejo de único objetivo en un plan de pagos por 4 años, el precio original era de 28,000. Parece que no tienes ni un centavo. ¿Puedes pagarla? Devuélveme mi cámara o te reportaré.
Qin Ming tomó de su bolso de gimnasio los 3 fajos de billetes que acababa de sacar del banco y se los arrojó al rostro del depravado hombre. Entonces dijo con furia.
—¡Toma el dinero y lárgate de aquí! No vuelvas a tomarle una fotografía a Nie Haitang en el futuro. Si lo haces, te daré una golpiza cuando te vea.
—De acuerdo. Yo… Ya entendí. No lo volveré a hacer.
El hombre se sorprendió bastante cuando vio que Qin Ming le arrojó 30 mil en su rostro. Entonces recogió con rapidez el dinero del suelo antes de hacerle una reverencia a Qin Ming e irse.
Los otros 2 hombres también estaban sorprendidos. «Maldición. Esa cámara usada solo cuesta alrededor de 10 mil. ¿30 mil? Podría comprarme una nueva y me sobrarían 20,000. Ese sujeto es muy generoso. Pero parece ser más pobre que nosotros. Es difícil de creer que sea un tipo rico».
—Amigo, estaba tomándole fotos a Chen Muling, ¿las quieres?
—No amigo. Zhang Qingqing también es muy bonita. Tiene un trasero enorme. Tengo algunas fotos de ella donde tiene la falda levantada.
Ambos estaban muy ansiosos por venderle sus cámaras y fotos a Qin Ming. No obstante, él no estaba interesado en ellas. Entonces les gritó:
—¡Lárguense!
Por alguna razón no quería que las fotos de Nie Haitang estuvieran en las manos de esos depravados hombres por eso las había comprado todas. Había un indescriptible sentimiento creciendo en su interior.
De pronto, Zhang Qingqing le gritó desde la cancha.
—¡Oye, perdedor! ¡Por fin llegaste! Tienes agallas. Siempre encuentras excusas para no venir. ¿Mis palabras no significan nada para ti?
—Estoy aquí ahora, ¿o no? —replicó Qin Ming.
Ella estaba furiosa.
—¡Hum! ¿¡Cómo te atreves a responderme así!? Deja de decir tonterías y ve a recoger los volantes.
De pronto Fang Jinsheng gritó.
—Presidenta, espera un minuto. Qin Ming te tomó fotos a escondidas. Mira, ahí está la cámara en sus manos.
Todos en la cancha pusieron atención al escuchar eso. Solo los hombres enfermos y degenerados tomaban fotos de las chicas a escondidas.
—¡Aaaah! —Zhang Qingqing arrojó con rapidez la raqueta y se cubrió su pecho con sus manos. Entonces dijo como si estuviera asqueada—. Qin Ming, eres un c*brón sin vergüenza. Te he tratado bien. Ningún club te quería, pero yo te acepté. ¿Cómo podrías hacerme algo tan despreciable? ¡Eres una bestia!
Una de las chicas que estaba al fondo dijo.
—¿Qué? ¿Tomar fotos a hurtadillas? ¡Eso es enfermo!
Fang Jinsheng le apuntó a Qin Ming y dijo.
—Es Qin Ming. Me estaba preguntando por qué venía tan tarde hoy, resulta que ya estaba aquí y le estaba tomando fotos a la presidenta por debajo de su falda.
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