—¿Alice? —Scarlett parpadeó, insegura de lo que veían sus ojos—. Lilith, ¿viste a Alice bajarse? Estaba en el poni en la última vuelta...
Mientras decía eso, Scarlett ya estaba corriendo hacia el carrusel giratorio, conteniendo la respiración y con los ojos moviéndose frenéticamente mientras el pánico se apoderaba de ella. ¡Alice había desaparecido! Estaba completamente segura de que la niña había tomado el poni rosa, que ahora pasaba vacío frente a Scarlett con inocencia, como si ella lo estuviera recordando mal.
—¡Alice! —gritó Scarlett, girando mientras todo su mundo daba vueltas. ¿Acababa de perder a Alice? ¿Cómo? ¡Alice estaba justo frente a ella! ¡Ni siquiera le quitó los ojos de encima! El poni de madera solo desapareció detrás del operador por unos segundos, ¿en un giro se puede perder una persona?
—¡Scarlett, respira! —Lilith llegó a su lado, con voz firme y rápida, le indicó—. No te muevas por si Alice regresa. ¡Yo la encontraré! ¡Scarlett!
Scarlett quería llorar, desmoronarse, gritar, estallar y volar todo el parque de diversiones. Pero no podía perder el control, no en ese momento. La hija de Lilith estaba desaparecida, y si alguien tenía derecho a entrar en pánico, era Lilith. No podía derrumbarse y desviar la atención de Lilith.
Alice era la prioridad.
—Estoy bien —dijo Scarlett, escuchando su propia voz normal y tranquila, aun cuando todo lo que veía era rojo, en realidad, ni siquiera podía ver nada, ni siquiera el cielo. Mantuvo su cuerpo rígido porque ni siquiera podía decir hacia dónde estaba mirando—. Desapareció en la última vuelta, estoy segura. Puedes buscarla, esperaré aquí.
Scarlett empujó a Lilith, quedándose inmóvil.
Esas pocas y rápidas palabras, le costaron toda su fuerza de voluntad. Aun así, se obligó a respirar, tratando de escuchar por encima del fuerte zumbido en sus oídos mientras presionaba sus sienes, esperando que eso le ayudara a recuperar la vista.
—Alice. —murmura bajo su aliento. El nombre que tanto la aterrorizaba COMO la calmaba. Tenía que mantenerse entera, no podía derrumbarse, sin importar qué.
Alice la necesitaba.
Tomando una larga bocanada de aire, Scarlett recuperó repentinamente la vista. Lilith no estaba por ningún lado y forzando a su mano a dejar de temblar, Scarlett marcó el número de Silco...
—¿Sí, princesa? —Silco contestó al instante.


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