Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 320

Scarlett no tomó el vino.

Como si Sebastián la hubiera encontrado “casualmente" en una habitación en la que solo Anna Fuller debía saber que estaba, apareció con una copa de vino insistiendo en que bebiera. No, gracias. Incluso si antes no era el lacayo de Ava, ahora ciertamente lo parecía.

—¿Te envió Ava para terminar el trabajo que no pudo hacer hace cinco años? —Scarlett resopló con frialdad.

—Me dijo dónde estabas, sí —admitió Sebastián con franqueza, para sorpresa de Scarlett—. Sé que odias a Ava, pero no fue ella quién te atacó hace cinco años. ¿No quieres saber quién fue realmente? Puedes encerrar a Ava, pero eso significa que alguien que quiere hacerte daño seguirá ahí fuera.

—Al menos será uno menos. —Scarlett resopló.

El hombre se rio, tomó una copa y dio un sorbo. Scarlett lo observaba con ojos fríos. Si pensaba que eso podía probar que los vinos estaban bien, ¡pensaba muy poco sobre ella!

—¿Te gustaría esta? ¿Viendo que sigo vivo? —Como si hubiera escuchado lo que ella estaba pensando, el hombre la provocó, ofreciéndole la bebida que acababa de probar. Sus ojos reían, como si le divirtiera alguna broma que solo él conocía.

—Debes estar loco si crees que alguna vez volveré a confiar en ti. —Scarlett no tomó la copa que el hombre le extendía.

Él dejó escapar una risa baja, como si estuviera dirigida a ella, pero quizás a sí mismo.

—Soy tu única esperanza ahora mismo —el hombre no parecía molesto por lo que ella había dicho—. O si tienes alguna otra solución, por favor dímela.

—¿Y si digo que no, me vas a obligar? —Ella cruzó los brazos, lista para abrirse paso luchando.

Había seguido al hombre de Anna Fuller porque pensaba que no se atreverían a intentar nada en la casa de los Green. Pero de lo que no se dio cuenta era de lo grande que era la Casa Hilton. Dudaba que pudiera llamar la atención de alguien.

Ahora realmente estaba atrapada en su trampa.

—¿Alguna vez pude obligarte a hacer algo? Estoy bastante seguro de que cedí más veces durante nuestro matrimonio —Sebastián se río, aparentemente un poco ebrio ya. ¿Después de solo un sorbo? Scarlett puso los ojos en blanco, ese hombre no podía con el alcohol.

Después de tantos años, todavía no había aprendido.

—Sí, ya lo sé. Te forcé la mano y te obligué a casarte conmigo —replicó Scarlett con sarcasmo—. ¿La vida de tu hijo y mis cinco años en prisión no fueron suficientes para pagar por eso?

—No, no es eso lo que quería decir —los ojos de Sebastián ya estaban perdiendo un poco el enfoque, su rostro estaba visiblemente más rojo—. De todas las cosas que me hiciste hacer, ese fue el mejor regalo que podría pedir de cualquiera. Ahora duele porque lo perdí, y solo puedo culparme a mí mismo.

Scarlett nunca lo había visto abriendo su corazón de esa manera, mostrándolo abiertamente para que otros lo vieran. Ni siquiera hace cinco años cuando le dijo que había estado con la chica equivocada todo el tiempo, no había sido tan sentimental.