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Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 321

Al final, las copas de vino quedaron vacías y Scarlett no llegó a probar ni una gota.

—Necesito irme —dijo Sebastián, enormes gotas de sudor rodando por su frente y desaparecían en su cuello—, cierra la puerta con llave y espera dentro. No te pasará nada.

—¿Y si me pasa algo, se supone que debo hacerte responsable después? —Se burló Scarlett con frialdad, notando que el rostro del hombre palidecía un grado más.

—¿Preferirías que te atara? —Pronunció palabras amenazantes, pero parecía que apenas podía caminar, mucho menos someterla por la fuerza.

Ella sabía que no toleraba el alcohol. ¿Pero estaba así solo por dos copas de vino?

Con los labios curvados, Scarlett se abrió un poco el cuello de la blusa, provocando al hombre mientras escondía la foto bajo su sujetador. No pasó por alto cómo la nuez del hombre subía y bajaba ante su movimiento, y que sus ojos desenfocados se clavaban en ella. En esos ojos no había lujuria sucia, sino una especie de deseo limpio y devoto.

—No me pongas a prueba... —murmuró Sebastián—. Nunca he sido bueno controlándome cuando se trata de ti.

—Oblígame. —Lo desafió Scarlett, sonriendo inocentemente.

—Yo... —el hombre dudó, sacudiendo un poco la cabeza, como si quisiera recuperar algo de cordura—. No quiero hacerlo. Por favor, solo te estoy pidiendo un favor.

—Ya has agotado todos los que tenías conmigo —Scarlett no se contuvo de hurgar en su doloroso pasado. ¿Por qué debía ella ser la única atrapada allí?—. Voy a salir de aquí y voy a llegar al fondo del accidente de coche de mi madre. No te metas, o no me importará enterrarte junto con los Fuller.

Scarlett se levantó para dirigirse a la puerta, pero inmediatamente él la sujetó por la muñeca, aprisionándola contra la mesa con su cuerpo. Ella solo estaba probando su actitud. No iba a caer en la trampa que le esperaba, el tiempo estaba de su lado. Pero...

El cuerpo del hombre ardía.

—Es demasiado importante, muñeca, por favor... —le suplicó Sebastián, usando ese apelativo íntimo que solo había utilizado en la cama. Scarlett se estremeció ante el recuerdo evocado, pero él ni se inmutó.

Estaba sudando profusamente, con la respiración entrecortada.

—¿Estás bien? —Ella frunció el ceño instintivamente.

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