Eres Mi Destino Ineludible romance Capítulo 44

Candela tenía una mirada llena de malicia cuando dijo: —Esa criada ya tiene un hijo, mamá, ¿crees que podría ser...?

Alejandra soltó una risa fría: —Imposible. Si fuera hijo del patriarca, ya lo habrían llevado a la casa principal, y nunca hemos oído hablar de ello. Esta historia no va a terminar así, no nos quedaremos de brazos cruzados.

Desafortunadamente, ese arrogante par de madre e hija no se habían fijado en la apariencia de Benjamín. O mejor dicho, nunca les importó cómo era él, ya que toda su atención estaba en castigar a Esther.

Candela odiaba profundamente a Esther y se tocaba la cara hinchada con una mirada de odio en sus ojos.

Tristán sentía que tanto Esther como Benjamín estaban asustados, así que pasó el resto del tiempo con ellos. A la mañana siguiente, un sonido de alarma resonó en el exterior de la hacienda, haciendo eco por todo el lugar: —¡Hay un ataque enemigo!

Ramón dio una orden en voz baja, y todos los sistemas de defensa se activaron en cadena. León y Ciro rodearon a Tristán para protegerlo.

Desde la sala de control, Ramón observaba lo que llamaban un 'ataque enemigo'. Alejandra, Candela y un anciano de una rama de la familia Montes habían llegado en auto, irrumpiendo en la Roseada de las Nubes. Sin embargo, claramente habían tomado el camino equivocado, lo que activó las alarmas.

—Recuerdo que era este camino, ¿cómo es que ahora es diferente? —Murmuró Alejandra mientras conducía, perpleja. Había conseguido que un anciano de la rama de los Montes fuera a mediar, pero se dio cuenta de que, aunque habían entrado, se habían perdido.

Tras el sonido ensordecedor de la alarma, una docena de cañones negros apuntaron hacia ellos. Alejandra, con su atuendo de dama de sociedad, lucía un maquillaje pesado y sus labios rojos se abrieron en un gesto de terror: —¡Tío, mira cómo nos trata el jefe! ¡Qué desagradecido! ¡Nos apunta con armas! ¡Dios mío, mi padre arriesgó su vida para salvar al antiguo jefe, y ahora nos tratan así...!

El anciano al que llamaban tío frunció el ceño y dijo: —Lo que hace el patriarca realmente duele...

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