Esposa Pecadora romance Capítulo 1304

¡Sin embargo, Ryan estaba dispuesto a usar todo tipo de métodos violentos!

Madeline trató de zafarse del agarre de Ryan, pero el hombre era demasiado fuerte e incluso sintió que sus huesos estaban a punto de romperse.

Mientras se veía obligada a seguirlo, sus dos pantuflas se resbalaron en medio de sus caóticos pasos.

La ira estalló en Ryan. El hombre ya no era la persona amable y caballerosa que ella conocía.

El hombre arrastró a Madeline hasta el almacén de la villa, donde había todo tipo de baratijas. La habitación no tenía ninguna entrada para la luz del sol y tenía un olor a almizcle.

Ryan presionó a Madeline contra la pared y la agarró por los hombros para obligarla a enfrentarse a su expresión enfurecida. "¿Por qué tienes que ser tan terca? ¿Tengo que atormentarte? Déjame decirte, Eveline Montgomery, que no te amo tanto como crees. ¡Mi corazón no se ablanda cuando se trata de ti!".

Madeline frunció sus labios rosados y esbozó una sonrisa sarcástica. "¿A quién le importa si me amas o no? Tortúrame si quieres, Ryan. No me importa si muero, ¡pero nunca le vas a ganar a mi marido!".

Eso era algo que Ryan no quería escuchar en absoluto.

Él agarró el cuello delgado de Madeline mientras sus ojos se volvieron depredadores.

"¿No le temes a la muerte en absoluto, Eveline?".

"¿La muerte? ¡Lo único que temo es no volver a ver al hombre que más amo!".

"Tú...".

Enfurecido, Ryan le apretó el cuello.

Incapaz de respirar libremente, las mejillas de Madeline se colorearon, pero se negó a suplicar o a emitir un sonido.

Ryan quería apretar su agarre para poder controlar a Madeline con miedo, pero se vio incapaz de hacerlo.

Él se negaba a admitir que amaba a Eveline. A lo mucho, solo le gustaba... o al menos trataba de convencerse a sí mismo de esto.

La lógica le decía que perdería este juego en el momento en que se enamorara de Eveline.

Al ver que Madeline se quedaba sin aliento, Ryan finalmente la soltó.

Madeline se deslizó por la pared y cayó sobre las tablas del suelo heladas. "Cof, cof...".

Ella tosió con fuerza, pero se negó a retroceder.