Esposa Pecadora romance Capítulo 1393

Felipe pareció haber caído en un hermoso sueño, pero él sabía que ella estaba realmente frente a él.

Sus ojos estaban rojos y sus lágrimas iban empañando el rostro de la mujer. Aun así, el ritmo de sus latidos era evidente.

"Cathy...", la llamó Felipe en voz baja. Le temblaba mucho la voz e incluso le temblaban las manos.

Él levantó lentamente el brazo para intentar tocar el dulce y bello rostro que tenía delante, pero antes de que pudiera tocarla, ella lo esquivó de repente.

La mujer miró con una mirada de sorpresa en su rostro a Felipe, quien se encontraba en un fuerte trance con lágrimas en los ojos. Luego se acercó rápidamente a recoger al pequeño niño llamado Juan.

"Juan, ¿conoces a este tío?", preguntó la mujer, pero su pregunta hizo que la mano de Felipe se pusiera rígida en el aire.

Su corazón, que latía de alegría y gozo, pareció congelarse. Entonces, interminables corrientes de frío ahogaron dramáticamente su respiración y sus latidos.

"Tío, coche, peligro", dijo infantilmente el pequeño, y luego palmeó ligeramente el balón en sus brazos. "El tío ayudó a Juan a recoger la pelota".

El pequeño era demasiado joven, por lo que no podía describir con detalle lo sucedido. Sin embargo, la mujer lo entendió.

Ella cargó al pequeño antes de dirigirse hacia Felipe, quien parecía fuera de sí. Entonces, le dedicó una sonrisa amable y cortés.

"Señor, gracias por ayudar a mi hijo a recoger la pelota". La mujer le dio las gracias. Su voz clara y melódica pasó por los oídos de Felipe, y era la misma voz que en su memoria.

"Juan, vamos dentro a esperar a tu padre".

"Está bien".

El corazón de Felipe palpitó de repente al escuchar la conversación entre la mujer y el niño.

Al parecer, él recuperó sus pensamientos antes de girarse repentinamente para mirar la figura lejana que tenía delante.

"Cathy", volvió a gritar el hombre, pero la mujer no se detuvo.

"¡Cathy!". Felipe volvió a gritar, ya que no estaba dispuesto a aceptarlo, y esta vez la mujer se detuvo.

Esposo.

Esa palabra se sintió como un cuchillo afilado con espinas al clavarse directamente en el corazón de Felipe.

'Tiene un esposo'.

'Está casada'.

'No solo eso, sino que también tiene un hijo...’.

La mujer miró al hombre con curiosidad al ver que parecía que se había vuelto estúpido. Entonces, no dijo nada antes de tomar a su hijo para dirigirse a la entrada del hospital.

"¡Cathy!". Felipe la persiguió apresuradamente y bloqueó el camino de la mujer.

La mujer frunció el ceño, molesta. "Señor, de veras que no soy Cathy".