Esposa Pecadora romance Capítulo 1744

Madeline se fue después de terminar de hablar.

Al principio, ella había ido al hospital a buscar a Adam. De paso, fue a ver cómo estaba Shirley. No esperaba haber estado a punto de quedar en problemas de nuevo.

Sin embargo, tal y como ella y Jeremy esperaban, quienquiera que secuestrara a Shirley había logrado su objetivo de hacer que Shirley malentendiera a Madeline.

Madeline tenía una corazonada sobre la identidad de esta persona.

En la habitación del hospital.

Jeremy le contaba a Lillian un cuento de hadas.

La princesita se quedó dormida mientras escuchaba el encantador cuento. Jeremy le plantó un suave beso en la mejilla antes de arroparla. Al levantarse, vio que Madeline había vuelto.

Madeline y Jeremy miraron a la niña que se había quedado dormida y luego compartieron una mirada y una sonrisa. Con un entendimiento tácito, se dirigieron entonces hacia las sillas de la entrada y se sentaron uno al lado del otro.

“Linnie, ¿cuál es la situación allí?”.

“Casualmente, Shirley tuvo un recrudecimiento mientras yo estaba allí. Con esas heridas en su cuerpo, su estado parecía terrible”.

Jeremy tomó la mano de Madeline y entrelazó sus dedos con los de ella. Su mirada era amable y estaba llena de preocupación. “Sin importar si su dolor o su estado empeora, ella no merece tu compasión, Linnie”.

Madeline apretó los labios para formar una ligera sonrisa. “Por supuesto, no voy a simpatizar con alguien que nos ha lastimado con tanta crueldad. Es solo que si seguimos sin identificar los componentes del veneno, me temo que estaremos bajo el control de Carter para siempre”.

“No será así”, dijo Jeremy con perfecta certeza. Su agarre en la mano de Madeline se apretó también.

Cuando Adam volvió corriendo a la habitación del hospital, Shirley estaba acurrucada en la cama. Cathy, incapaz de hacer mucho más, se limitó a permanecer junto a la cama.

Adam preparó rápidamente la jeringa, luego tomó el brazo de Shirley, identificó la ubicación de la vena de ella, y le inyectó la jeringa con pericia.

Shirley gruñó. Al momento de dolor agudo le siguió inmediatamente una sensación de frescor que calmó lentamente el dolor en todo su cuerpo.

Shirley levantó lentamente la cabeza y, con incredulidad, miró a Adam, quien le administraba la inyección.

“¿Cómo... cómo has conseguido el reactivo antitoxina? ¿Lo has sacado solo de tus deducciones?”. Shirley jadeó y preguntó haciendo uso de todas sus fuerzas. Sus ojos delataban su disgusto. “¡Imposible! No pudiste haber desarrollado el reactivo antitoxina tan fácilmente, Adam, ¡no puedes ser más inteligente que yo en esto!”.

Shirley negó esto histéricamente. “Dime, ¿de dónde has sacado esto?”.