Esposa Pecadora romance Capítulo 1797

Jeremy levantó rápidamente la vista y vio entrar a Evan.

“¿Eres amigo de Fabián? ¿Eres médico?”. Jeremy se levantó lentamente. “Debes tener una forma de contactar con Fabián. ¿Dónde está él?”.

Sin responder a la pregunta de Jeremy, Evan se acercó a él, encendió su teléfono y señaló la pantalla.

“¿Es este el reactivo antitoxinas que mencionaste?”. Evan le mostró a Jeremy la foto.

La mirada de Jeremy se dirigió inmediatamente hacia la foto, y sus ojos se iluminaron al instante una vez que la vio.

“Así es. ¿De dónde ha salido la foto?”.

“Fab me acaba de enviar la foto”.

“¿Fabián?”.

Evan asintió. “Acaba de encontrar el reactivo antitoxina en el bolso de tu mujer, y está viniendo hacia aquí con él ahora”.

Cuando Jeremy escuchó eso, su corazón, que había estado suspendido en el aire, se calmó parcialmente.

“¿Cuánto falta para que llegue Fabián?”. Jeremy se sintió impaciente. Le preocupaba que Madeline se despertara antes de que llegara Fabián. Le preocupaba aún más que su agonía fuera tan mala como la de la noche anterior.

Evan miró la hora y frunció el ceño. “Es hora pico, así que habrá tráfico. Tardará al menos veinte minutos en llegar”.

Veinte minutos.

En ese momento, cada minuto era una tortura para Jeremy.

Sin embargo, no había nada que Jeremy pudiera hacer más que esperar.

“Gracias”, le agradeció Jeremy amablemente.

Él se volteó para ver a Madeline, quien fruncía el ceño y sacudía ligeramente la cabeza, aparentemente dolorida.

“¿Linnie? ¿Estás despierta, Linnie?”, preguntó Jeremy con gentileza, inclinándose para sostener la mano de Madeline.

Los párpados de Madeline se movieron, y ella luego abrió los ojos lentamente.

La vista de las facciones de Jeremy, que aparecieron de repente en su visión todavía sombría, despertó inmediatamente a Madeline.

Aunque sus emociones no parecían tan fuertes como las de la noche anterior, se limitó a mirar tranquilamente a Jeremy y a sonreír.

“Por fin estás aquí, ya veo”.

El tono de Madeline era sarcástico y su mirada era escalofriante.

“Llegué a pensar que nunca vendrías a verme, aunque me muriera. Qué cruel eres, Jeremy Whitman”.