Esposa Pecadora romance Capítulo 399

Resumo de Capítulo 399: Esposa Pecadora

Resumo do capítulo Capítulo 399 do livro Esposa Pecadora de Sixteenth Child

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Madeline ya había salido de ahí, cuando escuchó a Meredith gritar las palabras. Una chispa de esperanza parpadeó en sus ojos.

Su corazón también se aceleró, mucho más de lo que su cuerpo podía soportar.

Sin dejar de sospechar, se giró despacio y levantó su fría mirada. "Sabes que eso no te hará inocente".

Con los ojos enrojecidos del enojo, Meredith dijo. "¡No estoy mintiendo! Tu hijo sigue vivo. Sólo te dije que estaba muerto, para que te sintieras mal. Escondí a tu hijo, para utilizarlo como moneda de cambio, algún día".

Madeline calmó sus emociones, mientras se dirigía lentamente hacia Meredith. "¿Dónde están las pruebas? Dime por qué debería creerte".

"¿Prefieres creer que tu hijo vive o que está muerto?", Meredith respondió, con una sonrisa, pues sabía que Madeline se preocupaba mucho por el niño que nunca había tenido la oportunidad de ver.

¡Definitivamente, a Madeline nunca se le pasaría por la cabeza que su hijo había estado cerca, todo este tiempo!

Meredith aprovechó el silencio de Madeline como una oportunidad para seguir diciéndole cosas. "Sácame de aquí, Madeline, y te diré dónde está tu hijo bastardo. O si no...".

"Si crees que esto te sacará de aquí, estás muy equivocada", interrumpió Madeline.

Meredith se quedó sorprendida, boquiabierta ante la expresión indiferente que mostraba Madeline. "¿No quieres saber sobre tu hijo, Madeline?".

"Claro que sí, pero también sé que no me vas a decir la verdad. E incluso si lo haces, puedes renunciar a la idea de salir de aquí. ¡Pagarás por las muertes de mi abuelo y de Brittany!".

Meredith se paralizó, mientras la expresión de su rostro se desvanecía lentamente. Aturdida, observó cómo Madeline se daba la vuelta con indiferencia.

¿Seguía siendo ésta la misma Madeline Crawford que una vez había paseado y pisoteado, libremente?

Le resultaba difícil creer que alguien pudiera cambiar, tan drásticamente.

Esta moneda de cambio suya se había convertido, ahora, en una inmensa ventaja para Madeline. Se había burlado a sí misma.

Meredith lo lamentó mucho, pero ya era demasiado tarde para que pudiera hacer algo al respecto.

Al irse del centro de detención, Madeline miró el cielo azul con la alegría y el gozo perdidos, hace tiempo, en sus ojos.

Madeline sonrió a la par que las lágrimas caían de sus ojos.

"El hecho de que sea capaz de cualquier cosa, hace aún más probable que se haya quedado con mi hijo, como pieza de negociación", Madeline analizó; sus ojos brillaban con esperanza. "Tengo muchas ganas de ver a este niño, Felipe. Me pregunto cómo estará y si se parece a Lily...".

"Te ayudaré a encontrar a este niño", Felipe prometió; sus gentiles ojos nadando con un raro tinte de tristeza. "Han pasado tantos años, y yo también deseo volver a ver a mis padres".

Madeline se giró para mirar a Felipe, mientras asimilaba sus palabras, sólo para encontrar una mancha de melancolía en sus cálidos y caballerosos rasgos.

"Algo te preocupa, Felipe. ¿Quieres hablar de ello? Me has ayudado mucho y me gustaría poder, al menos, ayudarte a llevar tu carga, también".

Felipe soltó una cálida mirada hacia ella. "Como caballero, es desagradable que la chica que me interesa se preocupe por mí; pero a partir de hoy, hay algo que debo decirte".

Madeline se tensó, por reflejo, cuando la mirada de Felipe se volvió seria.

"¿De qué se trata? Te escucho".

"¿Has pensado alguna vez por qué no me gusta volver a la Mansión Whitman? ¿O por qué no me agrada ninguna de las personas que viven ahí?".

Las palabras de Felipe eran suaves, fluyendo suavemente hacia los oídos de Madeline como la corriente de un río tranquilo.

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