Esposa Pecadora romance Capítulo 867

Cuando se acercó para verlo más de cerca, la puerta del estudio se abrió.

Felipe entró.

Cuando vio a Cathy llegar a tiempo, curvó las comisuras de sus labios, en señal de satisfacción.

Cathy se sorprendió ante su suave sonrisa y su gentil mirada. Sin embargo, cuando pensó en los dos hijos que había perdido, sintió que su corazón volvía a enfriarse.

"Supongo que ahora estás dispuesta a hacer cualquier cosa, por Jeremy", dijo Felipe con voz profunda, caminando frente a Cathy.

Cathy giró la cara, con disgusto. "Jeremy es mi prometido, así que, por supuesto que estoy dispuesta a hacer todo por él".

La sonrisa de Felipe desapareció. No quería escuchar a Cathy diciéndole que se preocupaba por otro hombre.

"Ya que te preocupas tanto por él, entonces, a partir de ahora, compláceme. Si no, ni siquiera esperes que salga sano y salvo del País F".

Las amenazas que cayeron en los oídos de Cathy, fueron como las palabras de un demonio. Una vez más, aplastaron su corazón.

Cathy no sabía cuánto tiempo había pasado. Cuando se despertó, no había nadie a su lado, pero podía oír el sonido de la ducha, desde la entrada del baño.

Cuando se giró, notó que el olor de Felipe aún permanecía en el aire.

Era el olor que la obsesionaba en el pasado.

Sin embargo, ahora todo era diferente.

Se levantó y se vistió, antes de pedir comida para llevar.

Felipe se estaba duchando dentro de su cuarto de baño, pero tenía las cejas fruncidas todo el tiempo.

No sabía por qué le había hecho eso a Cathy. Solo sabía que no quería verla preocupándose por Jeremy e ignorándolo a él.

Felipe se sorprendió al escuchar eso.

Cathy apartó su mano y se metió una de las pastillas en la boca.

El corazón de Felipe se hundió, al ver su determinación.

Agarró la cabeza de Cathy y presionó sus labios contra los de ella.

Cathy se sorprendió. Cuando por fin recobró el sentido y quiso apartarlo, Felipe ya había sacado la pastilla que ella casi se tragó.

La miraba fijamente con sus ojos carmesí, y su corazón latía erráticamente. "¿No estás resentida conmigo por haber matado a tu hijo? Ahora te doy la oportunidad de quedarte embarazada y ser madre".

Espetó, su respiración se volvió irregular.

Cathy miró sus ojos furiosos, sin miedo. "¿Crees que quiero tener a tu hijo? ¿Crees que soy tan estúpida como para abortar tres veces, por culpa de un hombre como tú? Felipe Whitman, ¡ya no siento nada por ti!".