Esposa Pecadora romance Capítulo 892

"¿Está renunciando a todo su arduo trabajo por una mujer?".

Ante las órdenes de Dice, los subordinados de Felipe reservaron rápidamente un vuelo hacia allá.

La mañana de principios de verano amaneció lluviosa, y Felipe fue a revisar la tumba de Cathy por temor a que se viera afectada por la lluvia.

Solo después de confirmar que todo estaba bien, Felipe regresó. A su llegada, encontró bastantes coches parados a la entrada de su pequeña villa. Cuando entró a la casa, vio a Dice y a sus subordinados esperándolo impacientemente.

"¿De verdad va a cerrar la empresa, Amo Whitman?", preguntó Dice.

La expresión de Felipe era indiferente. "No me gusta repetirme".

"Pero Amo Whitman, ¿realmente vale la pena cerrar una empresa tan grande por causa de una mujer?".

Una capa de escarcha cubrió los cálidos rasgos de Felipe. "Esa mujer de la que hablas es mi esposa".

"...". Al ver a Felipe enojado, Dice no se atrevió a replicar y recurrió a persuadirlo en su lugar. "Pero la Señora ya está muerta, Amo Whitman. Estoy seguro de que a ella no le gustaría verlo deprimido todo el día. Hay cientos de nosotros esperando para trabajar a sus órdenes. ¿Qué haremos cuando cierre la empresa?".

Felipe les dio la espalda helada mientras hablaba sin emoción: "No me hagan repetirlo. La empresa es mía, así que lo que haga con ella es asunto mío. A partir de hoy, no somos más que extraños. Han ganado más que suficiente en estos pocos años, ¿no es así? Confórmense".

"Yo...".

Al comprender la decisión de Felipe, los subordinados se quedaron callados y se marcharon con indignación.

Felipe volvió a la sala para mirar con dulzura una imagen de Cathy, como había prometido con una sonrisa. "¿Me estás viendo? Realmente no volveré a participar en esas operaciones. Siempre que me lo pidas, independientemente de lo que sea, te prometo que me encargaré de que se haga".

"Solo tengo una última cosa que hacer, Cathy. Luego de eso, vendré a disculparme”.

"¿Todavía me perdonarás?".

Él habló consigo mismo mientras caía en un profundo sueño.

Dice cayó inmediatamente al suelo con una pierna delante de Felipe. Lanzó un doloroso aullido.

Él levantó la cabeza para luchar, pero Felipe tenía una pistola apuntando a su frente. Felipe lo miraba fijamente desde arriba, con la mirada encendida de sed de sangre y desprecio.

Dice se estremeció, casi olvidando que Felipe era un luchador extremadamente hábil.

El hombre podía parecer caballeroso y elegante, pero la verdad era todo lo contrario. Era taimado e imprevisible.

"Retira tus palabras o haré que te disculpes con mi mujer en el más allá".

El corazón de Dice se estremeció de miedo, pero su expresión cambió rápidamente a una llena de desprecio cuando recordó la moneda de cambio que tenía. "Le sugiero que guarde su arma, Amo Whitman. O si no...".

Él hizo una pausa para mirar a los hombres que estaban a un lado. "Dejemos que el Amo Whitman mire lo que tenemos".