Marisol volvió a mandar una foto. En la imagen, el asiento trasero del carro estaba hecho un desastre, y en la esquina se veía una media rota tirada.
[Todo el carro huele a nosotros. Y además, Federico ya prometió regalarme tu collar, ese de “Amor Eterno”. Ahora me pertenece.]
Oriana ya no quiso seguir viendo. Apagó el celular sin pensarlo dos veces.
Cuando terminó de arreglarse el maquillaje y salió del baño, por fin se topó con Federico, que había regresado a buscarla.
Tal como lo imaginaba, él no traía nada entre las manos. Y en el instante siguiente, el tipo la abrazó con fuerza, llenando su mundo con el aroma tenue de su loción.
Apenas iba a zafarse, cuando él, con voz cargada de culpa, le susurró al oído:
—Ori, ese collar tiene un pequeño problema, no te queda. Luego te compro uno más bonito, ¿va?
Oriana inhaló hondo, levantó la vista con el nudo en la garganta y le reclamó:
—¿Y si lo que quiero es justo ese collar, entonces qué?
Federico la miró, viendo las marcas de lágrimas en su cara. Sintió que algo le apretaba el pecho y, apurado, intentó tranquilizarla:
—Mi amor, Ori, ya no llores. Ese collar de verdad no es para ti. Ahora mismo mando a comprar otro y te lo traigo, uno todavía más lindo, ¿sí?
Al escuchar eso, a Oriana se le escapó una risa amarga.
Antes, todo lo que ella pedía se lo daba sin titubear. Ahora, cualquier cosa que ella quisiera, él buscaba mil excusas para negárselo por otra mujer.
No solo su cuerpo se había ido. Su corazón también.
Federico, al verla así, sintió un dolor que no sabía cómo explicar. Quiso decirle algo más, pero Oriana se soltó de su abrazo, agotada.
—Ya estuvo. No lo quiero.
Se fue sin mirar atrás, y él, casi por reflejo, intentó seguirla. Pero de pronto ella se detuvo.
Él siguió su mirada y vio a Marisol pasando justo frente a ellos. En el cuello, brillaba el “Amor Eterno”.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Fingí Mi Muerte: La Venganza Es Mía