Grecia esperaba en la entrada del conjunto, y Dante llegó casi de inmediato, deteniendo el carro justo a su lado.
Bajó del vehículo y, al verla, no pudo evitar quedarse pasmado un instante antes de fruncir el ceño.
Grecia entendió el porqué. Tenía la cara marcada, el cabello apenas recién acomodado, pero aun así se notaba que había pasado por algo fuerte.
Frente a dos personas, por más hábil que fuera, no podía salir ilesa.
Desvió la mirada y preguntó:
—¿Qué necesitas que haga?
Dante no le preguntó qué le había pasado.
—Dime cuándo puedes, mando a alguien a ayudarte a empacar tus cosas. Quédate en mi casa por ahora.
Apenas terminó de hablar, el celular de Grecia sonó.
Se giró apenas, revisando la pantalla con rapidez: Leonel Miralles.
Seguramente acababa de recibir la noticia y al volver a casa había encontrado a su esposa y su hija llenas de moretones. Venía listo para armar un escándalo.
No contestó; solo colgó la llamada y volvió a mirar a Dante.
—Si no hay problema, ¿puedo mudarme esta noche?
Conocía a Leonel. Si se demoraba más, seguro aparecería para confrontarla.
Dante no puso objeciones; daba igual si era hoy o mañana.
Grecia rentaba en un edificio viejo, y tras avisar al vigilante, entraron en el carro.
El edificio tenía dos departamentos por piso y los pasillos estaban llenos de triques y cajas.
Dante se detuvo en la entrada. El departamento era pequeño, de no más de treinta metros cuadrados, con una recámara y una sala.
No pasó más allá del umbral.
Grecia tomó su maleta y empacó solo lo esencial.
—Listo —avisó.
Dante se dio la vuelta y salieron. El elevador estaba en la planta baja, así que esperaron. Justo entonces, la puerta del vecino se abrió.
Era un hombre, sin camisa, que al verla soltó una sonrisa torcida.
—¿Ya saliste del trabajo, muchacha?
Tenía un cigarro colgando de los labios que se movía al hablar.
Solo entonces notó la presencia de Dante, y sin ningún pudor, soltó un comentario vulgar.
—¿El cliente vino por ti? ¿También das servicio a domicilio?
Se notaba que estaba ebrio, tambaleándose mientras se acercaba y mirando a Dante de cerca.
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