Todos en la oficina sabían que el verdadero jefe de la compañía era el señor Jiang, pero nadie sabía su nombre completo. Sólo sabían que era una buena persona: les había subido el sueldo a todos e incluso había agregado un montón de prestaciones a su paquete. Los que al principio habían querido buscarse otro trabajo cambiaron de parecer. Ahora trabajaban tanto como podían y no había forma de que ninguno se fuera.
Wang Wei volteó los ojos. Su secretaria estaba intentando usar las palabras de Jiang Ning para amenazarlo. Pero como sí había dicho eso, tenía que hacerle caso.
―Está bien. Saldré y lo veré.
Wang Wei se levantó y al salir se encontró a Qin Mu todavía arrodillado. Cuando Qin Mu vio que Wang Wei salía, quiso levantarse pero se le habían dormido las piernas y no pudo.
―¡Director Wang! ―Qin Mu puso una brillante sonrisa y era obvio que intentaba ganarse su favor―. Por fin puedo verlo.
―Joven amo Qin, está siendo demasiado cortés conmigo, ¿por qué no me llama Wei? ―dijo Wang Wei con una sonrisa.
―No me atrevería. ―El rostro de Qin Mu palideció de miedo―. Director Wang, qué gracioso.
―Joven amo Qin, ¿no está frío el piso? ¿Por qué no se sienta? ―Wang Wei se volteó para mirar a la secretaria y fingió estar enojado con ella. ―¿Así es como tratas a los invitados? ¿Acaso no sabes que el joven amo Qin es una persona importante en Shenghai? ¿No sabes que es amigo de Gao Cheng? ¿Cómo te atreves a tratar tan mal a nuestro invitado? Ah, por cierto, ¿quién es ese tal Gao Cheng? Nunca había oído de él. ¿Es muy poderoso? ¿Por qué no me lo presenta, joven amo Qin?
Qin Mu tenía cada vez más miedo. Wang Wei estaba burlándose de él.
―No tuvo nada que ver con su secretaria. Yo decidí hacerlo., Me gusta arrodillarme, es agradable y refrescante ―dijo Qin Mu apresurado.
No se atrevía a volver a ofender a Wang Wei. No se atrevía a ofender a nadie de toda esa compañía, ni siquiera a la recepcionista. Ni siquiera se atrevería a decir la cosa más inofensiva.
―Ah, pues si te gusta tanto, puedes seguir ahí arrodillado. Ya terminé mi trabajo, así que ya me voy.
Parecía que Wang Wei realmente se estaba yendo pero Qin Mu no podía dejarlo irse. No supo de dónde sacó la fuerza pero logró dar un salto y se aferró de la pierna de Wang Wei mientras lloraba y se lamentaba.
―¡Director Wang! Me equivoqué. Cometí un error. Usted es una persona magnánima, así que me perdonará, ¿verdad? ¿Me mostrará piedad? Lo lamento de verdad. Le devolveré los boletos. No tengo derecho de quedármelos. Me arrodillaré. Se lo suplico. Por favor, perdóneme.
Qin Mu se aferró a su pierna y no lo soltaba. Sabía que si Wang Wei se iba en ese momento, él tendría que desaparecer de Shenghai al día siguiente.
―Revisa qué boletos tiene el joven amo Qin y que pague el precio completo.
La secretaria tomó los boletos con molestia y dijo:
―Son asientos VIP, cada boleto cuesta $100,000.
Qin Mu lanzó un suspiro de asombro. Diez boletos le iban a costar un millón de dólares. Era un robo en plena luz del día.
―¿Es demasiado dinero?
Wang Wei le echó un vistazo a Qin Mu.
―Oh, no. No lo es. Son boletos VIP para el concierto de la señorita Ye Qingwu. Más bien están baratos. No están a la par de la posición que tiene la señorita Ye Qingwu en la industria del entretenimiento. ―Qin Mu sacudió la cabeza enérgicamente―. Deberían ser más caros. ¡Deben serlo! Un boleto por $200,000. ―Se recargó con una mano en la pared para levantarse y sacó su tarjeta del bolsillo―. Señorita, por favor cóbrelo a esta tarjeta.

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