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Jaque de la Reina romance Capítulo 3

Esther caminó con determinación hacia Samuel.

Él ni siquiera se dignó a mirarla.-

El guardaespaldas junto a Samuel la interceptó con aire prepotente: —Señorita Montoya, el presidente De la Garza está ocupado, no es buen momento para molestarlo.

—Necesito hablar con Samuel —insistió Esther, su voz firme y clara.

—El presidente De la Garza tiene que atender a los invitados, me temo que no tiene tiempo —el guardaespaldas la miró con creciente fastidio en los ojos.

Esther notó su actitud desdeñosa.

Y claro, tenía sentido. Para ellos, ella era solo la arrastrada que andaba tras Samuel.

Seguramente Samuel ya estaba hasta la coronilla de ella; si no, su guardaespaldas jamás se atrevería a tratarla así.

—Después de esta noche seré la futura esposa de Samuel. ¿No has pensado en las consecuencias de hablarle así a la futura señora De la Garza? —su tono destilaba una nueva autoridad.

Al escucharla proclamarse como la futura señora De la Garza, el guardaespaldas se volvió aún más despectivo: —Señorita Montoya, ni que fuera ya la boda, esto es solo el compromiso. Tengo que seguir órdenes: el presidente De la Garza dijo que no tiene tiempo. Le sugiero que no se desgaste, regrese a su asiento y no ande causando líos.

¿Causar líos?

Así que para Samuel, ella siempre había sido un problema que resolver.

—¿Y si insisto en verlo ahorita mismo?

—Señorita Montoya, ¿por qué se rebaja así?

Durante estos tres meses, Esther había estado como perrito faldero tras el presidente De la Garza.

Por las mañanas le llevaba el desayuno, y él ni lo volteaba a ver antes de tirarlo.

A mediodía, cuando iba a visitarlo, el presidente De la Garza le cerraba la puerta en la cara.

Hasta lo esperaba a la salida del trabajo, pero él prefería quedarse horas extra antes que dedicarle una mirada a Esther.

Todos los que los rodeaban podían ver que el presidente De la Garza la aborrecía.

Solo Esther parecía ciega ante su realidad.

¿Cómo alguien como ella podría aspirar a ser la señora De la Garza?

Incluso este dichoso banquete de compromiso se organizó solo por la presión de doña Montserrat.

Para ellos, únicamente la señorita Miravalle era digna de ser la futura señora del Grupo De la Garza.

Al ver que Esther guardaba silencio, el guardaespaldas pensó que, como siempre, se dejaría amedrentar: —Señorita Montoya, si no se retira por las buenas, ¡tendré que ponerme rudo!

Capítulo 3 1

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