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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 101

Aunque Victoria Ortega no podía ocultar el desprecio que sentía por Úrsula Méndez, Javier Hernández confiaba en ella sin dudarlo.

Al escuchar lo que dijo Úrsula, Javier asintió de inmediato.

—Está bien, señorita Méndez, entonces mañana le pido que me acompañe —respondió con una sonrisa amable.

Victoria se quedó sin palabras.

Jamás habría imaginado que Javier tomaría en serio las palabras de esa chica de cabello rubio.

¿Acaso Javier tenía idea de lo que estaba haciendo?

¡Vaya chiste!

Victoria miró fijamente a Javier y, sin poder contenerse, soltó:

—Señor Hernández, el doctor Delgado ni siquiera quiso recibirme a mí, que fui una de sus mejores egresadas. Si va con la señorita Méndez, solo estará perdiendo el tiempo. Además, Felicia Blanco acaba de mandarme un mensaje: liberó su agenda de la tarde. Si usted acepta reunirse con ella, puede firmar con AlphaPlay Studios de inmediato.

Victoria remarcó la palabra “doctor Delgado” con la intención de mostrar su cercanía con él, y de paso, dejarle claro a Úrsula su lugar.

Comparada con ella, Úrsula no era absolutamente nada.

Hizo una pausa y continuó:

—Y además, después de hoy Felicia tiene que viajar al extranjero para una filmación. Si deja pasar esta tarde, dudo mucho que encuentre una embajadora tan adecuada.

El tono de su última frase era una amenaza disfrazada.

No era para menos: Felicia era la estrella del momento, y se había acercado ella misma a AlphaPlay Studios. Obviamente, no iban a consentir demasiado a la empresa.

Javier no le respondió de inmediato. En vez de eso, giró la cabeza y buscó a Úrsula con la mirada.

Él prefería dejar que Úrsula decidiera.

Úrsula habló con calma, como si no le afectara nada de lo que ocurría a su alrededor.

—Si Felicia solo tiene tiempo esta tarde, entonces parece que simplemente no está en nuestros caminos colaborar juntos.

¿No está en nuestros caminos?

¿Y esta mocosa quién se creía?

¿Con qué derecho se atrevía a tomar decisiones por Javier?

Victoria decidió ignorarla y se volvió hacia Javier.

—Señor Hernández, creo que usted debería decidir esto. ¿Cómo quiere que le responda a Felicia?

Javier sonrió.

—Lo que dice la señorita Méndez es lo que yo pienso también.

El coraje que Victoria había tratado de aguantarle se desbordó. Ver a Javier ceder tan fácilmente la hizo enfurecer aún más.

¿Qué le pasaba a Javier?

Desde que esa mocosa rubia apareció, parecía otro. Todo lo que Úrsula decía, él lo aceptaba sin rechistar, como si estuviera hipnotizado.

No podía permitirlo.

Tenía que frenar esto hoy mismo.

Victoria miró a Damián Morales, buscando su apoyo.

Damián captó al instante el mensaje en los ojos de su sobrina. También le parecía extraño el comportamiento de Javier.

Si él estuviera en los zapatos de Javier, jamás dejaría que una chiquilla decidiera los asuntos internos del grupo. No solo eso, él mismo era uno de los accionistas.

Mientras seguía apretando la mano de Úrsula, Damián continuó:

—Señorita Méndez, me parece que tiene toda la razón. Si Felicia pone tantas condiciones para vernos, es que en realidad no quiere colaborar. Mejor ocupémonos de ver al doctor Delgado, eso es más importante.

Victoria quedó boquiabierta.

Nunca había visto a su tío haciendo la barba de esa manera.

Por un instante, dudó de sus propios ojos.

¿Era posible que ese hombre siguiera siendo su tío?

Antes de que Victoria pudiera decir algo, Damián la tomó del brazo.

—Señorita Méndez, director Hernández, platiquen con calma. Nosotros los dejamos para que sigan con sus asuntos.

Apenas terminó de hablar, Damián sacó a Victoria de la oficina.

...

En cuanto salieron, Victoria se soltó y le reclamó, molesta:

—Tío, ¿sabe lo que está haciendo? ¿Quién es esa mocosa? ¿Por qué usted y el señor Hernández hacen todo lo que dice? ¿De verdad cree que mañana va a lograr que el señor Hernández vea al doctor Delgado?

—Por supuesto. La señorita Méndez puede con todo —afirmó Damián con total seguridad.

¿Puede con todo?

¿De verdad Úrsula tenía algún poder especial?

¿O solo era porque era joven y sabía cómo engatusar a la gente?

Victoria rodó los ojos, claramente harta.

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