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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 1043

Eloísa sacó un sobre grande que ya tenía preparado y se lo puso en la mano a Úrsula.

—Que mi Ami tenga un año nuevo lleno de paz y alegría.

—Gracias, abuela. —Úrsula sacó una bufanda y se la puso a Eloísa personalmente—. Esta se la tejí yo misma. Ni siquiera mi otra abuela tiene una.

Eloísa se sintió muy halagada.

—No hay como tener una nieta, tan considerada. No como esos chamacos buenos para nada, que solo saben cómo hacerme enojar.

—Mamá —dijo Valentina, acercándose con una sonrisa—, de verdad que en cuanto llega su nieta se olvida de su hija.

Eloísa miró a Valentina.

—¡Nadie se compara con mi Ami!

Durante la cena, Eloísa se sentó junto a Úrsula. Mientras le servía comida, le preguntó:

—Úrsula, hace poco tu hermano me dijo que ya conoció a tu novio, ¿es cierto?

—Sí, así es. —Úrsula asintió levemente.

Eloísa sonrió.

—Tu hermano dice que el muchacho parece decente en todos los aspectos. Si es así, tomen su relación en serio. Pero si se atreve a hacerte algo, solo tienes que decírmelo a mí, y haré que tus tíos y tus hermanos vayan a ponerlo en su lugar.

—Está bien, abuela. —Úrsula miró a Eloísa—. No se preocupe, él no me haría daño.

—Eso nunca se sabe. Los hombres son muy buenos para fingir, ¡quién sabe si toda la amabilidad que te muestra ahora es puro teatro! —dijo Eloísa mientras le pelaba un camarón a Úrsula—. Todavía eres muy joven, no tengas prisa por casarte. Salgan un par de años. Para conocer a alguien no solo tienes que ver sus virtudes, también tienes que fijarte en sus defectos.

»Tienes que conocer bien su carácter, sus mañas, todo, antes de pensar si es alguien a quien de verdad le puedes confiar tu vida.

Úrsula guardó cada una de las palabras de Eloísa en su corazón.

Aunque…

La verdad era que, hasta ahora, no le había encontrado ningún defecto a Israel.

Como habían pasado el Año Nuevo en Villa Regia, la familia decidió quedarse en Río Merinda para celebrar el Día de Reyes con Eloísa.

El doce de enero, Álvaro regresó a Villa Regia para recoger a Fabián y a Marcela y llevarlos a Río Merinda a celebrar con ellos.

No fue sino hasta después del Día de Reyes, alrededor del veinte de enero, que los cinco regresaron a Villa Regia.

***

La primavera dio paso al otoño.

El tiempo voló, y en un abrir y cerrar de ojos, pasaron tres años y medio.

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