Al ver a Úrsula, Rafael también se quedó boquiabierto.
Jamás pensó que ella se presentaría.
Después de todo, hasta hace poco Úrsula daba la impresión de haber dejado atrás a Santiago por completo.
Y sin embargo, ahí estaba, de pie en pleno festejo de compromiso de Santiago.
Al parecer, Rafael se había hecho ideas equivocadas sobre ella.
Úrsula resultó ser justo lo que Santiago había dicho.
Toda esa actitud distante de antes no era más que una jugada para llamar su atención, queriendo que Santiago la mirara de nuevo.
Rafael la observó fijamente, incapaz de ocultar la decepción que le cruzaba la mirada.
No entendía.
¿Por qué Úrsula seguía aferrada a Santiago? ¿De verdad no podía vivir sin él?
A sus ojos, venir hoy aquí era someterse al ridículo.
Rafael le lanzó una mirada a Santiago y soltó un suspiro.
—Santi, la verdad es que sí la conoces bien. Esa mujer te ama hasta el extremo.
Santiago, al escuchar eso, no pudo evitar que una expresión de triunfo le iluminara el rostro. No se molestó en disimularlo.
—Ya verás —pensó para sí—. Muy pronto AlphaPlay Studios será mío.
Si Úrsula se había atrevido a aparecer hoy, eso solo podía significar que venía a intentar arrebatarle algo. Sin duda, traía lista la carta de transferencia de acciones de AlphaPlay Studios.
En ese momento, Cecilia se acercó dando unos pasos.
—Rafael, ¿adivinas qué hará Úrsula ahora?
Rafael cruzó los brazos y fijó la vista en Úrsula, que se abría paso entre la gente.
—El perro nunca deja de comer basura. Seguro hace lo de siempre: llorar, armar escándalo y amenazar con el drama de siempre.
Eso era justo lo que Úrsula solía hacer cuando vivía en casa de la familia Ríos.
—Así es —asintió Cecilia, sacando su celular—. Voy a grabarla cuando haga su show, lo subo a Tiktok y que todos vean cómo no deja en paz a mi hermano.
Mientras más lo pensaba, más se emocionaba.
No solo quería grabar el papelón de Úrsula, también quería que le pidiera disculpas.
¿Cuándo iba a dejar de hacer berrinche?
Rafael, que no perdía detalle, primero miró a Úrsula y luego volteó con Santiago.
—Santi, creo que... creo que estamos entendiendo mal todo esto. Úrsula no viene por ti, ¡parece que va rumbo al edificio B, a la fiesta!
Era cierto.
Úrsula estaba ahí, sí, pero su actitud no tenía nada que ver con buscar a Santiago para pedirle que volvieran.
Al escuchar eso, Cecilia bufó, dejando ver su desdén.
—¿Edificio B? Rafael, ¿de qué hablas? ¿Tienes idea de quién está dando la fiesta en el edificio B? Es la familia Galván, la señorita Dominika Galván está celebrando su fiesta de dieciocho años. Ni a mí me invitaron, ¿cómo van a invitar a una campesinita como Úrsula?
La familia Galván era de las más respetadas, recién mudados de Nuevo Sol a San Albero, y muchísimas familias poderosas intentaban acercarse a ellos sin éxito.
Gracias a Santiago, Cecilia tenía cierto renombre en los círculos exclusivos, y con el tiempo había hecho amistad con otras chicas de familias adineradas. Pero ni siquiera a ella la habían invitado a la fiesta de los Galván, mucho menos a Úrsula.
Comparada con ella, ¿qué era Úrsula? Esa campesinita no le llegaba ni a la suela.
—¿La familia Galván invitando a Úrsula? Eso es un chiste. —remató Cecilia, con una carcajada despectiva.
Una fantasía absurda, nada más.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera