Selena no captó el segundo sentido de las palabras de Orion, solo pensó que él la amaba demasiado.
¡Una persona solo renuncia a sus propios gustos para complacer incondicionalmente al otro cuando lo ama con locura!
Selena sintió que era la mujer más feliz del mundo en ese momento y dijo sonriendo:
—¿Entonces comemos en un restaurante con estrella Michelin? Vi que hay uno cerca que parece bastante bueno.
«Restaurante Michelin».
Al escuchar esa respuesta, Orion entrecerró los ojos. Mmm, eso encajaba perfectamente con el estilo de Úrsula.
Una dama de la alta sociedad seguramente comería en un lugar de alta cocina.
Parece que no se había equivocado, hoy Selena lo había traído para ver a Úrsula y aclarar las cosas.
Al pensar en eso, Orion se sintió muy satisfecho.
Mientras Úrsula lo aprobara, el día en que su familia emparentara con los Ayala no estaría lejos.
Cuanto más lo pensaba Orion, más se emocionaba.
—¡Va! Vamos a comer ahí.
Selena miró a Orion con extrañeza.
—Esposo, ¿no decías que no te gustaba la comida tan fifí?
Justo porque sabía que a Orion no le encantaban esos lugares, Selena le había preguntado su opinión.
No esperaba...
Que Orion no se opusiera en absoluto.
Orion fingió una mirada profunda y miró a Selena.
—¡Mientras te guste a ti, mi amor, está bien! ¿Qué le voy a hacer si eres la persona que más amo en la vida? Ya caí redondito.
Selena sonrió de oreja a oreja, se colgó del brazo de Orion y dijo con tono meloso:
—Mmm, ya sabía que mi esposo es el mejor conmigo.
—Pues claro, ¿a quién voy a tratar bien si no es a ti?
Los dos entraron al restaurante Michelin.
Pronto un mesero salió a recibirlos sonriendo:
—¿Les parece bien una mesa junto a la ventana?
Selena asintió sonriendo.
VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera