La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 117

Aunque al final los culpables recibieron su merecido, las secuelas quedaron grabadas en la mente de la víctima: tres años después, esa chica seguía sin poder superar el trauma. No se atrevía a salir sola, le daba miedo hablar con desconocidos, ni siquiera podía volver a pisar la escuela...

Hasta el día de hoy, cuando el señor Galván y la señora Galván recordaban aquella noche, sentían el corazón acelerado y un escalofrío recorría su espalda.

¡El miedo los seguía persiguiendo!

Al escuchar esto, el señor Galván miró a Úrsula.

—Señorita Méndez, mi esposa tiene razón. Usted es una persona muy importante para nuestra familia. Si no hubiera sido por su intervención, probablemente esta noche no habríamos podido celebrar el cumpleaños número 18 de Domi.

Úrsula sonrió con naturalidad.

—Señor, señora, no exageren. En una situación así, cualquiera hubiera hecho lo mismo. Solo hice lo que debía.

La señora Galván observó a Úrsula y en sus ojos se notaba una profunda admiración.

Esta muchacha, pensó, era realmente excepcional.

Había hecho algo increíble y, aun así, no se mostraba altiva ni presumida; al contrario, se mantenía humilde y respetuosa. Difícilmente alguien de su edad podría actuar igual.

Los tres siguieron caminando hacia el interior del salón.

Justo entonces, Dominika se acercó dando saltitos, ya luciendo su elegante vestido. Al ver a Úrsula, sus ojos se abrieron de par en par, asombrada.

—¡Úrsula! ¡Por Dios! ¡Esta noche te ves increíble! ¡Parece que bajaste del cielo, como una princesa!

Nunca antes había visto a Úrsula con un vestido de gala.

Así, Úrsula brillaba incluso más que una estrella de cine en la alfombra roja.

—Domi, tú también luces preciosa —respondió Úrsula, sonriendo—. Por cierto, tengo un regalo para ti.

Sacó una pequeña caja y se la entregó.

Dominika la tomó, llena de emoción.

—Úrsula, ¿puedo abrirla ahora?

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