La señora Galván sonrió al decir:
—Yo también pienso que esa señorita Méndez ha sido una buena influencia para nuestro Domi.
...
En la casa de al lado.
La ceremonia de compromiso entre Santiago y Camila ya había comenzado oficialmente.
Tras finalizar las palabras de apertura, se escuchó la voz del maestro de ceremonias desde el escenario.
—¡Ahora invitamos a nuestro exitoso futuro novio, el presidente de Grupo Ríos, Santiago Ríos, a subir al escenario!
—¡Bravo, bravo! —El aplauso llenó el lugar.
Santiago respiró hondo, se recompuso y caminó con paso firme hacia el escenario.
El presentador le acercó el micrófono.
—Presidente Ríos, hoy es un día muy importante en su vida. ¿Hay algo que le gustaría compartir con todos los presentes?
Santiago tomó el micrófono y, con una sonrisa controlada, arrancó:
—Hola a todos, soy Santiago. Antes que nada, tanto mi prometida Camila como yo queremos agradecer que hayan hecho el esfuerzo de acompañarnos hoy, a pesar de sus ocupaciones. Que sean testigos de nuestra felicidad es un honor para nosotros.
Al terminar, Santiago hizo una leve reverencia.
—¡Bravo, bravo! —Los aplausos volvieron a llenar la sala.
Cuando terminó, el presentador continuó:
—Ahora invitamos a la hermosa y elegante futura novia, la señorita Camila, a subir al escenario.
—Tía, usted no puede perdonar tan fácil a Úrsula. Con lo campesina que es, ¿cómo va a estar a la altura de mi primo? Ni sé cómo terminó relacionada con la familia Galván y la familia Ayala. Tiene que llevarme a la casa de los Ayala, presentarme con la señora Arrieta, y sólo así podrá pensar en perdonarla.
Cecilia seguía ilusionándose con la idea de casarse con alguien rico. Si lograba conocer a Julia, eso la acercaría a don Ayala...
Yolanda también tenía la mirada fija en la entrada. Incluso había dado instrucciones expresas a los guardias de afuera: si veían a Úrsula, que la dejaran pasar de inmediato.
Pero, para sorpresa de todos los Ríos, Úrsula no apareció ni cuando Santiago le puso el anillo a Camila, ni cuando la ceremonia terminó sin contratiempos. Nadie irrumpió, nadie armó ningún escándalo.
Santiago miraba todo sin poder creerlo.
Ni siquiera podía creerse que, así de simple, acababa de comprometerse con Camila.
Camila, notando su expresión tensa, le preguntó con preocupación:
—Santi, ¿te pasa algo? ¿Te sientes mal?

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