El señor Robles soltó un bufido de desprecio.
—No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. De esto, la familia Rowland tiene que hacerse responsable. ¡No podemos permitir que nuestra Selena sufra esta injusticia en vano!
Al decir esto, el señor Robles miró a Estrella.
—Capitana Blasco, si mi hija llegó a las manos, seguro no fue un impulso repentino. ¡Fueron los Rowland quienes la provocaron desde las sombras! Si hablamos de culpa, la de ellos es mayor. ¡Ellos son los autores intelectuales! ¡Mi hija a lo mucho es una cómplice!
Estrella no respondió. De pie en medio de la sala, observaba todo a su alrededor con discreción. Como detective experimentada, notó de inmediato que algo andaba mal y ordenó a sus subordinados:
—¡Protejan la escena de inmediato!
—Entendido, capitana Blasco.
El señor y la señora Robles ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar cuando fueron escoltados afuera. No solo cerraron la puerta, sino que colocaron cinta policial amarilla en la entrada.
Mirando la cinta de precaución, el señor Robles entrecerró los ojos y bajó la voz:
—Parece que no me equivoqué. ¡Este asunto de Selena definitivamente tiene que ver con los Rowland!
Un destello de codicia cruzó la mirada de la señora Robles.
—Si es así, ¿crees que podamos pedirles una indemnización más alta?
El señor Robles asintió.
—Hay que sacarles todo lo que se pueda. Nuestro Carlos gasta dinero hasta por respirar en el extranjero. De todas formas, a la familia Rowland no le falta ese dinero. Y si se ponen difíciles, que Selena venda ese brazalete para pagarnos.
La señora Robles estuvo muy de acuerdo con su esposo.
Hacía tiempo que le había echado el ojo al brazalete que llevaba Selena, pero como era una reliquia familiar de los Rowland, no se había atrevido a pedirlo.
Esta era una oportunidad de oro.
La señora Robles ya había averiguado que esa joya valía más de doscientos mil pesos.
Dentro de la casa.
Estrella pidió a uno de sus agentes que trajera la linterna UV.
—Capitana Blasco, aquí tiene.
Estrella encendió la linterna de luz ultravioleta e, instantáneamente, vio la gran cantidad de sangre salpicada en la sala.
Aunque Selena había limpiado las manchas visibles, la luz UV podía excitar las sustancias fluorescentes residuales en la sangre; por eso se usaba en todo tipo de casos criminales.
Al ver los patrones de salpicaduras masivas, Estrella sintió un mal presentimiento.
—Hugo, avisa al departamento forense para que vengan de inmediato.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera
Hola , me encanta la novela pero faltan los capitulo desde la 1156 a la 1180...