Al fin y al cabo, ¡hasta a su propio abuelo, Fabián, se refería con un simple "oye"!
Por eso, Luis siempre decía que Fabián había criado a una malagradecida.
Pero hoy.
La malagradecida parecía haberse transformado.
Conteniendo su asombro, Luis preguntó:
—Entonces... ¿dónde está tu abuelo?
—Mi abuelo tuvo un imprevisto, vendrá más tarde. —Dicho esto, Úrsula colocó los regalos que había traído en la mesita de noche—. Luis, todo esto se lo compró mi abuelo. Espero que se recupere pronto.
Luis se quedó mirando a Úrsula.
Pasó un buen rato sin decir nada.
"¿Qué le habrá pasado a esta chica?".
"¿Cómo ha podido cambiar tanto de repente?".
A pesar de la intensa mirada de Luis, Úrsula no se sintió incómoda. Sacó una lata de leche en polvo de la cesta de regalos.
—Luis, ¿le preparo un vaso de leche? La leche en polvo es rica en proteínas, calcio y hierro, y otros oligoelementos que le ayudarán en su recuperación.
Dicho esto, Úrsula preparó un vaso de leche con gran destreza.
Luis tomó el vaso, tardando un buen rato en reaccionar.
—Gra... gracias.
¡Quién sabe qué se traía entre manos esta muchacha!
Sin embargo, Luis esperaba sinceramente que Úrsula hubiera cambiado de verdad, para que su viejo amigo Fabián pudiera tener una vejez feliz.
Cuando Luis terminó la leche, Úrsula continuó:
—Luis, como no puede moverse con facilidad, voy a traerle una silla de ruedas para que demos un paseo por el jardín del hospital.
De joven, Luis era demasiado pobre para casarse. No fue hasta la mediana edad que se casó con una divorciada con tres hijos.
—Pues tienen que darse prisa y tener un hijo varón.
El joven padre respondió educadamente:
—No pensamos tener más hijos.
Al oír esto, la señora se levantó de un salto, visiblemente alterada.
—¿No van a tener más hijos? ¿Cómo que no? ¡Sin un hijo varón se extinguirá su linaje! ¡Cuando mueran, irán directos al decimoctavo infierno!
—Si no tienen un hijo que los respalde, cuando envejezcan no tendrán ni quién los entierre. ¿No les da pena?
—Señora, ahora hay igualdad de género. Esa forma de pensar no es correcta —intervino la joven madre, incapaz de contenerse.
—¿Igualdad de género? ¿Qué tonterías dices? Te digo una cosa, jovencita, las mujeres nunca podrán compararse con los hombres. Piensa un poco, a lo largo de la historia, ¿cuántas mujeres han hecho contribuciones importantes al país o a la sociedad? ¡Todo ha sido gracias a los hombres!
Después de que Israel se fuera, Montserrat también bajó al jardín a tomar el aire. Justo cuando llegaba al quiosco, escuchó esta extraña conversación.
La tensión arterial de Montserrat se disparó a ciento ochenta. Se arremangó, dispuesta a enfrentarse a aquella mujer de mediana edad, ignorante y misógina, cuando una voz femenina, agradable y serena, resonó en el aire...

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