—Director Hernández, la situación nos obliga, no es que queramos aprovechar su desgracia. No dirigimos una empresa para hacer caridad, ni podemos tirar el dinero. Por lo tanto, nuestra colaboración también termina aquí.
Javier miró a Jonás con incredulidad.
—Director Plaza, ¿usted… usted también elige al Grupo Ríos?
—Así es —asintió Jonás sin disimulo—. Tengo otros asuntos, me retiro.
Sebastián también se levantó.
—Director Hernández, yo también tengo cosas que hacer. ¡Nos vemos si el destino quiere!
Esa frase, “nos vemos si el destino quiere”, era muy astuta.
Actualmente, el Grupo Ríos avanzaba con un ímpetu arrollador, superando con creces a AlphaPlay Studios.
En menos de un mes, el Grupo Ríos reemplazaría por completo a AlphaPlay Studios, ganaría el Premio Illumina y se posicionaría en la cima de San Albero, mientras que AlphaPlay Studios se vería abocada a la quiebra.
Entonces, ¿cómo podrían volver a verse?
Por eso, solo podían despedirse con un “nos vemos si el destino quiere”.
Al ver que Sebastián y Jonás se iban, Javier se levantó de la mesa, angustiado.
—Presidente Moya, director Plaza, por favor, esperen. Creo que podemos hablarlo. ¡Llevamos mucho tiempo colaborando! Además, el contrato de hoy ya estaba acordado. Si se van así, ¿dónde voy a encontrar nuevos socios de la noche a la mañana?
Sebastián se detuvo y se volvió hacia Javier, con una mirada llena de sarcasmo.
—Director Hernández, es cierto que la colaboración estaba acordada, pero no hemos firmado ningún contrato formal, por lo que no tiene validez legal. Hay que saber cuándo retirarse. Espero que entienda a qué me refiero.
Javier frunció el ceño.
—Presidente Moya, aunque no hayamos firmado un contrato, creo que nuestra relación personal es real. Por el favor que le hice cuando su empresa estaba en crisis, ¡denos otra oportunidad! En la vida, todos pasamos por dificultades. Si me ayuda a superar esta crisis, cuando AlphaPlay Studios gane el Premio Illumina y salga a bolsa, ¡le aseguro que no olvidaré este favor!
Años atrás, cuando la empresa de Sebastián atravesaba una crisis financiera, los socios retiraban su inversión y cancelaban contratos, dejándola al borde del colapso.
Fue Javier quien le tendió una mano, permitiendo que el Grupo Moya sobreviviera al invierno.
Sin Javier en aquel entonces, no existiría el Sebastián de hoy.
Javier pensaba que, al recordar el pasado, Sebastián le mostraría algo de consideración. Sin embargo, no solo no lo hizo, sino que se burló:
—¿Salir a bolsa con el Premio Illumina? ¿A estas alturas, director Hernández, todavía sueña con eso? ¿No ve la realidad? ¡Ahora, San Albero es el territorio del Grupo Ríos! Su AlphaPlay Studios está a punto de convertirse en una reliquia del pasado. ¡El único que puede ganar el Premio Illumina es el Grupo Ríos!


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