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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 22

La única razón por la que Úrsula decía que él le fue infiel era porque estaba celosa de Camila.

—¿Tienen hijos? —preguntó de nuevo el funcionario.

—No —continuó Úrsula—. El convenio de divorcio ya lo firmé y no tenemos ningún pleito por bienes. Le pido que nos atienda lo más rápido posible.

Al escuchar eso, el funcionario no hizo más preguntas. Con un par de movimientos rápidos, estampó con fuerza los sellos en las dos actas de divorcio y se las entregó a la pareja.

Al recibir su acta, Úrsula respiró aliviada. ¡Qué bueno que no había periodos de espera para esto!

Mientras veía a Úrsula alejarse, Santiago entrecerró los ojos y le advirtió:

—Úrsula, ya estamos divorciados. A partir de ahora, no tienes nada que ver con la familia Ríos. Espero que no vuelvas a molestar a Camila y que no vuelvas a poner un pie en la casa de los Ríos. Si lo haces, ¡no esperes que me tiente el corazón por los viejos tiempos!

Tenía el presentimiento de que, en cuanto saliera del Registro Civil, Úrsula iría directamente a buscarle problemas a Camila.

Camila era una chica inocente y de buen corazón. Incluso si Úrsula la molestaba, actuaría como si no hubiera pasado nada.

Por eso, no podía permitir bajo ninguna circunstancia que Úrsula fuera a buscar a Camila.

Úrsula se detuvo y frunció sus bonitas cejas.

—¡Santiago, si a ti te falta un tornillo no es mi problema! ¡Si tienes la boca tan desocupada, vete a lamer un inodoro y deja de andar fastidiando a la gente!

Santiago frunció el ceño. ¿Qué le pasaba hoy a Úrsula?

Antes nunca le habría hablado así.

Pero pronto entendió lo que pasaba. Del amor al odio solo hay un paso.

Seguro que lo había amado con locura, y por eso ahora reaccionaba así.

Si no, ¿por qué no le gritaba a alguien más?

Al final del día, Úrsula simplemente no podía aceptarlo.

Pero ¿y qué si no podía aceptarlo?

Él jamás se enamoraría de ella.

*Ring, ring, ring…*

Justo en ese momento, sonó un celular.

Al ver quién llamaba, la expresión de Santiago se suavizó.

—Bueno, Camila.

Del otro lado de la línea se escuchó la voz dulce de Camila.

—Santi, ¿Úrsula intentó hacerse algo otra vez? Te quiere tanto… Si no quiere divorciarse, mejor déjalo así. Estoy dispuesta a hacerme a un lado por ella…

Al final, su voz se quebró un poco, cargada de tristeza.

Al escuchar a Camila tan desconsolada, a Santiago se le partió el corazón.

Camila era perfecta en todo, excepto por ser demasiado buena.

En este mundo, ¿cuántas mujeres serían capaces de ceder al hombre que aman a otra?

Al ver llegar a Úrsula, Fabián, sin dejar de cocinar, le gritó:

—¡Úrsula! ¡Llegaron varios paquetes para ti esta tarde! Los dejé todos en la mesita de centro.

—Gracias, abuelo.

Después de cambiarse los zapatos, Úrsula fue a la sala y abrió los paquetes.

Eran tres cajas en total, todas con piezas de computadora que había comprado. Al abrirlas todas, quedó un pequeño montón de componentes esparcidos.

Úrsula vació todas las piezas en el suelo y comenzó a clasificarlas.

Cuando Fabián salió de la cocina y vio el suelo lleno de componentes, se llevó un susto.

—Úrsula, mi niña, ¿qué desarmaste ahora en la casa?

La escena le trajo a Fabián un recuerdo lejano.

Recordaba que a su nieta, de pequeña, le encantaba desarmar todo tipo de aparatos. Por un instante, Fabián sintió como si hubiera retrocedido muchos años en el tiempo.

—No desarmé nada —dijo Úrsula con una sonrisa—. Abuelo, son piezas que compré por internet para armar una computadora.

Aunque Fabián dudaba un poco de la habilidad de su nieta, no quiso desanimarla. Ahora que acababa de divorciarse, necesitaba hacer algo para distraerse. Así que solo sonrió y dijo:

—La comida ya está lista, ve a lavarte las manos para que comas. Ya te encargarás de todo esto más tarde. Mañana por la mañana, tenemos que hacer un tiempo para ir a ver a tu tío.

***

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