Eso es falso, seguro es mentira.
Por el contrario, los Gómez celebraban con euforia.
Gael, sin perder tiempo, preguntó:
—¿Entonces ya podemos pasar a ver a mi mamá?
—Claro que sí.
Úrsula asintió con tranquilidad.
—Síganme, por favor.
Todos siguieron a Úrsula hacia la sala de aislamiento.
Justo en ese momento, Eloísa despertó. Miró a su alrededor, desorientada, y se llevó una mano a la frente. Aunque su voz aún sonaba débil, ya no tenía ese aspecto pálido de antes; poco a poco el color regresaba a su cara.
—¿Qué... qué me pasó?
Al ver esto, el semblante de Alejandra se descompuso por completo.
¿Cómo podía ser posible?
Ella estaba segura de que encontraría el cuerpo de Eloísa.
Jamás imaginó que Eloísa despertaría así, ¡viva y coleando!
¿Pero qué demonios había pasado?
¿Acaso esa chavita de cabello amarillo sí había logrado salvarla?
Imposible.
¿A poco una muchacha tan joven podría tener semejantes conocimientos médicos?
No, seguro fue pura suerte, como cuando un gato ciego atrapa un ratón. Eloísa debió despertar gracias al tratamiento del hospital, y Úrsula solo se colgó la medalla sin merecerla.
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