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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 279

Desde el punto de vista de Virginia, Fabián siempre había consentido mucho a su nieta biológica.

Después de todo, ella sí compartía la sangre de Fabián.

Mientras Fabián la reconociera, ella se convertiría en la hermana de Úrsula.

Ahora, Úrsula era conocida como la hija de la familia Solano.

Eso significaba que, en el futuro, Virginia sería la segunda señorita de la familia Solano.

Cuanto más lo pensaba Virginia, más emocionada se sentía. Tomando del brazo a Fabiola y a José Luis, exclamó:

—¡Mamá, papá, vámonos ya! ¡Vamos a buscar al abuelo!

Antes, Virginia despreciaba todo lo que tuviera que ver con Fabián, pero ahora, lo único que deseaba era volver a tenerlo cerca.

No podía esperar para superar a Úrsula, convertirse en la segunda señorita de la familia Solano, la princesa de la familia Gómez.

En ese momento, ella también podría, igual que Úrsula, ser entrevistada por los medios y aparecer en la televisión.

Si Melinda y Vanesa Lozano llegaban a verla en la tele, seguro se morirían de la envidia.

No era para menos.

¡Se trataba de la familia Solano y la familia Gómez!

Esos apellidos que la gente común ni siquiera soñaba en conocer.

Al escuchar a su hija, el rostro de José Luis mostró una expresión de duda.

—Yo... yo le dije tantas cosas feas a tu abuelo... ¿de verdad crees que me va a perdonar?

En su momento, por romper la relación con Fabián, José Luis había llegado a decirle de todo.

Ahora, los nervios se adueñaban de él.

—¡Eres su hijo! ¿Cómo crees que no te va a perdonar? Entre padre e hijo no hay rencores que duren más de una noche —Fabiola entrecerró los ojos—. Además, Virgi tiene razón. La última vez que llevé a Virgi a casa de tu hermana, vimos al viejo en la plaza. Cuando el viejo vio a Virgi, se puso tan contento... ¡Hasta la saludó con entusiasmo! Si hoy la ve yendo a buscarlo en persona, seguro se emociona mucho más. ¿Cómo no nos va a reconocer?

Además, José Luis no solo era su hijo, sino su único hijo en este mundo.

Así que, en realidad, no había motivos para preocuparse por si Fabián los aceptaría.

Eso ni siquiera era una posibilidad.

Fabiola bajó la voz, con una chispa de calculadora astucia en la mirada.

—José Luis, lo que deberías estar pensando no es si el viejo nos va a reconocer, sino qué condiciones le vamos a poner cuando lo veamos.

—Eso sí no lo había pensado, Fabiola. ¿Tú qué condiciones crees que deberíamos ponerle? —José Luis, como siempre, prefería dejarle esas decisiones a su esposa.

Capítulo 279 1

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