De la sencillez a la abundancia, cualquiera se acostumbra.
Pero de la abundancia a la sencillez... eso sí que cuesta.
¿Cómo iba Santiago a aceptar algo así de fácil?
Rafael, sabiendo que Santiago no podía digerir tan fácil ese golpe, tiró de la puerta del copiloto y le habló con calma:
—Súbete al carro, mejor.
Santiago, como ido, levantó el pie y se subió al carro, casi en automático.
Rafael se pasó al volante y ambos guardaron silencio.
No tardaron mucho en llegar.
El carro se detuvo frente a la villa de la familia Ríos.
La entrada principal ya tenía pegados los sellos de embargo, y bajo la mirada vigilante de los empleados del juzgado, Yolanda Duarte y Cecilia estaban sacando cosas, entrando y saliendo con mochilas y cajas.
No podían llevarse objetos de valor; solo les permitieron empacar lo necesario para el día a día.
Rafael estacionó el carro y, de pronto, lanzó la pregunta:
—Santi, ¿te arrepientes?
Antes de que Santiago pudiera responder, Rafael añadió con voz grave:
—¿Te pesa haberte divorciado de Úrsula? Si no lo hubieras hecho, la familia Ríos no estaría como está ahora.
Apenas escuchó eso, Santiago entrecerró los ojos y una chispa brilló en su mirada. Se giró de golpe hacia Rafael:
—¿Úrsula? ¿Te buscó Úrsula? ¿Vino a preguntarte por mí?
Santiago siempre había creído que Úrsula ya lo había borrado de su vida, pero al escuchar eso, su corazón se agitó. ¿Así que Úrsula todavía platicaba con Rafael? Eso solo podía significar una cosa: ¡Úrsula no lo había olvidado!
¡Todavía pensaba en él!
Solo con imaginarlo, Santiago se sintió eufórico. Sin embargo, ese destello en sus ojos se apagó rápido, reemplazado por un desprecio profundo.
—¡Bah! Anda y dile a Úrsula: si de verdad quiere volver conmigo, lo primero que tiene que hacer es comprar el Grupo Ríos. Además, debe cederme todas sus acciones en AlphaPlay Studios.
Hizo una pausa, y remató con arrogancia:
—Si no lo hace, nunca volveré con ella.
Rafael frunció el ceño, preocupado.
—Santi, ¿de veras ya olvidaste por qué Cami se fue la primera vez?
El recuerdo se coló entre ambos. En aquel entonces, Santiago y Camila Villar estaban en pleno romance, pero justo entonces el Grupo Ríos cayó en una crisis financiera grave.
Todos decían que el Grupo Ríos no sobreviviría.
Fue en ese momento cuando Camila decidió irse a estudiar al extranjero y terminó con Santiago de forma tajante.
En el mejor momento de su amor, todo se vino abajo.
Desde que Camila se fue, Santiago vivió cada día en una agonía silenciosa. Camila se volvió ese amor imposible, el gran dolor de su vida.
Después, llegó Úrsula, quien terminó casándose con Santiago.
Luego, el Grupo Ríos resurgió. Santiago se convirtió en una leyenda en el mundo financiero. Camila, al enterarse de la muerte de Joaquín Ríos, regresó desde el extranjero. Ahí, como si el destino lo hubiera escrito, volvieron a estar juntos. Y Santiago, sin pensarlo, echó a Úrsula de su vida.
Santiago, apretando la mandíbula, reviró con fuerza:
—Tú no entiendes a Cami. Ella es una buena mujer, mucho mejor que Úrsula. Jamás se habría acercado a mí por mi apellido o mi dinero. Si se fue fue por sus estudios, no por la quiebra de la familia Ríos. Cami me quiere por quien soy. Estoy seguro de que se quedará conmigo y juntos vamos a levantarnos de nuevo.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera