La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 371

Apenas Úrsula terminó de hablar, el silencio llenó toda la sala.

Todos mantenían la cabeza baja, casi nadie se atrevía a abrir la boca.

Al principio, todos pensaban que Úrsula era solo una campesinita fácil de manipular.

Creyeron que con unas cuantas palabras la despacharían sin problemas.

Pero se equivocaron.

Úrsula, desde el primer momento, los enfrentó directo en su punto más vulnerable.

Daba miedo.

Esa muchacha resultaba mucho más temible de lo que imaginaban.

Marcela, de pie al fondo, observaba a su nieta con los ojos llenos de emoción.

Y no solo emoción. También sentía un orgullo que le hacía latir el corazón con fuerza.

A decir verdad, pensó que su nieta sería el blanco perfecto para que ese grupo de viejos zorros la humillaran.

Nunca se imaginó que sería su nieta quien los pondría en su lugar.

¡Eso sí! ¡Así debía ser la descendencia de los Solano!

¡Perfecto!

¡Simplemente perfecto!

¡Eso sí era estar a la altura del apellido Solano!

Pasó un buen rato antes de que Yago por fin reaccionara. Alzó la mirada para encontrarse con los ojos de Úrsula.

—Señorita Solano, la situación actual del Grupo Solano ya la conoce. Los accionistas aquí presentes hemos hecho hasta lo imposible para mantener las cuentas en orden y sostener el valor del grupo. Si no fuera por nuestro esfuerzo, las acciones ya habrían caído al piso. Que usted pueda seguir viviendo como la niña mimada de los Solano es gracias a que estos viejos hemos aguantado el peso del grupo. Le pido que no sea desagradecida.

Úrsula sonrió con calma, apenas asomando un destello de ironía.

—Yago, tu capacidad para voltear la tortilla es de admirar. Te respeto por haber luchado a la par de mi abuela durante tantos años, por eso te llamo Yago. Pero no abuses de tu edad ni de tus logros pasados. ¿Tan difícil es admitir que ya no tienes la capacidad?

¿Reconocer su falta de talento?

Esa frase terminó por encender la furia de Yago.

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