A Úrsula le encantaba jugar videojuegos.
Casi nunca se metía a ver videos en Tiktok.
Mucho menos se le había ocurrido buscar el perfil de Alejandra en esa app, así que jamás relacionó a la Kari que aparecía en la sección de comentarios con Alejandra.
Después de responder aquel comentario, Úrsula simplemente apagó el celular y se olvidó del asunto.
Estaba muy ocupada en ese momento.
No solo tenía que dedicar tiempo a investigar nuevos productos en el laboratorio de Grupo Solano, sino que en sus ratos libres también debía aplicarle acupuntura a Álvaro.
Úrsula ni se imaginaba que, apenas cerró el celular, en Twitter ya se había desatado una tormenta en la sección de comentarios por su respuesta.
[¿Ella misma? Qué descaro, ¡cómo puede contestar así! Esa foto de espaldas es claramente la imagen con la que Kari se hizo famosa.]
[He visto mucha gente sin vergüenza, pero esto es otro nivel.]
[¡Qué coraje! ¿Será que piensa que nuestra Kari, por ser tan tranquila, es fácil de pisotear?]
Así era.
La imagen de Alejandra en internet era la de alguien calmado y sereno.
[Usando la foto de otra persona y todavía lo niega, ¿cómo puede existir alguien tan descarada?]
[¡Exigimos una disculpa! Que le pida perdón a nuestra Kari.]
[¡Qué asco!]
[...]
En cuestión de minutos, Alejandra recibió mensajes privados de sus fans.
Apenas escuchó que alguien en Twitter estaba haciéndose pasar por ella, Alejandra se llenó de rabia, entró a Twitter de inmediato y localizó el tuit en cuestión.
El usuario tenía de nombre N.
La foto de perfil era una florecita silvestre, de esas que crecen en cualquier parte.

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