Esteban se rascó la cabeza y continuó:
—Obvio que se trata de Reina Úrsula y Marcelo.
Al decir esto, Esteban entrecerró los ojos.
—La familia Aragón siempre estuvo en Inglaterra, y ahora, de repente, regresaron. Capaz que todo fue por ese compromiso de niños.
La familia Aragón había prosperado mucho en el extranjero.
Si no fuera por algo verdaderamente importante, ¿por qué regresarían así, de la nada?
¿Úrsula y Marcelo?
¿Un compromiso de niños?
A los ojos de Israel brilló un destello helado.
—¿Y quién te contó eso? —preguntó con voz cortante.
—La verdad, ni me acuerdo exactamente quién lo dijo, pero te juro que es cierto —replicó Esteban sin vacilar—. Si no me crees, puedes investigar el pasado de Marcelo.
En Villa Regia, ese rumor no era ningún secreto.
Israel soltó un resoplido desdeñoso.
—¿Quién quiere estar revisando sus cosas? —reviró, visiblemente irritado—. Yo no voy a perder el tiempo investigando a Marcelo.
...
La familia Solano.
Luna llevaba días organizando la fiesta de cumpleaños para Alejandra.
Había elegido el hotel más lujoso de toda Villa Regia, ese de siete estrellas que todos comentan con admiración.
El gran día se acercaba, y Luna no podía ocultar la satisfacción en sus gestos. Se sentía dueña del mundo.
En esos días, el escándalo de Úrsula haciéndose pasar por Alejandra ya se había regado por todos lados. Luna pensaba que, después de la fiesta, la buena fama de Alejandra terminaría por llegar a cada rincón de Villa Regia.
Y Úrsula...
Úrsula solo podría convertirse en esa persona de la que todos hablan mal, como si fuera una plaga.
Mientras Luna revisaba los sobres rojos de las invitaciones, una de las empleadas apareció en la puerta.
—Señorita Luna, la abuela está aquí.

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