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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 400

—¡Eso, eso! ¡Ni los perros la querrían!

¿Úrsula? ¿Quién se cree esa? Ni siquiera terminó el último año de prepa y todavía anda batallando con lo más básico de química. ¿Con qué cara viene a presumir que puede lograr algo así?

De plano, da risa de lo absurdo que es.

La mirada de Alejandra destilaba puro sarcasmo, pero igual se hacía pasar por la hermana buena y preocupada. Siguió diciendo:

—Ya, ya, no hablen así, Xiomara, Lidia, Mindy, ¿qué tal que mi hermana sí termina descubriendo algo?

—¡Por favor! —bufó Tamara—. Si esa campesinita pudiera lograr algo así, no andaría por la vida quitándote tus cosas, Ale.

Y es que, para ser honestas, ni nosotras, que venimos de familias reconocidas, nos atrevemos a decir que tenemos ese nivel. ¿Y Úrsula? Menos.

—Ale, sólo se mete contigo porque sabe que eres noble. Pero tranqui, hoy todas estamos aquí, y no vamos a dejar que te quite nada.

—Eso, hoy estamos contigo, Ale.

—Oye, Ale, ¿a qué hora llega el señor Estévez?

El señor Estévez era el único que podía probar la inocencia de Alejandra. Hasta que él llegara, Alejandra podría demostrarle a todos que Úrsula sólo era una farsante.

—El señor Estévez todavía va en el avión. Según el itinerario, llega a las siete —respondió Alejandra.

Lidia Ordóñez se colgó del brazo de Alejandra.

—Por cierto, Ale, mi hermano me contó que el señor Estévez gastó diez millones de euros en una perla luminosa sólo para traértela de regalo de cumpleaños.

—¿De verdad? —preguntaron Margarita y Tamara, asombradas.

Una perla luminosa es una de esas cosas que sólo se ven una vez en la vida. No tiene precio.

Y sólo el señor Estévez sería capaz de pagar tanto. Cualquier otro, aunque tuviera el doble, jamás lo conseguiría.

Lidia reafirmó:

—Por supuesto que es cierto. Ale es la salvadora del señor Estévez. Le debe la vida, ¿cómo no iba a traerle algo tan especial?

El rostro de Alejandra se iluminó de satisfacción, aunque intentó fingir que no le importaba mucho.

—La verdad, ni me preocupa si es una perla luminosa o una perla común. Para mí, da igual.

—Ale, eres tan sencilla y tranquila.

Cualquiera en el lugar de Úrsula ya estaría presumiendo hasta por los pasillos, pero Alejandra ni le daba importancia.

...

Las seis de la tarde llegaron en un parpadeo.

La fiesta empezó oficialmente.

Alejandra abrió la transmisión en vivo, puntual.

Como todos llevaban días esperando el evento, apenas activó la cámara y ya había más de diez mil personas conectadas.

Y seguían entrando más.

Alejandra se paró frente a la cámara, mostrando una sonrisa encantadora.

—Buenas noches a todos, soy Kari, también conocida como Alejandra.

[¡Qué alivio, es Kari de verdad! Ahora sí tenemos esperanza.]

[Kari se ve lindísima esta noche.]

Capítulo 400 1

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