El Deleite del Río era un local con más de veinte años de historia que no ofrecía servicio a domicilio. Si querías algo de allí, tenías que ir y hacer fila. Al oír a Alejandra, una mirada de suficiencia se dibujó en el rostro de Pedro.
—¿Ves? Sabe que me encantan los postres de ahí y fue a comprármelos. ¿A que tu hermana no se compara con la mía?
—Mi hermana es práctica, no anda con detalles superficiales, pero jamás me haría daño —replicó Marcos.
A Pedro no le gustó el comentario.
—¡Ya te lo dije! ¡No acuses a Ale sin pruebas! Marcos, ¿abusa de que somos amigos para provocarme?
Marcos se calló y lo miró. No podía imaginar la devastación de Pedro si la grabación demostraba que todo lo había hecho Alejandra.
...
Mientras tanto, en San Albero, Úrsula y Álvaro, después de pasar dos días con Fabián, volaron a Río Merinda. No le avisaron a Eloísa Gómez de su llegada. Aterrizaron y tomaron un carro privado hacia la villa de la familia Gómez.
Apenas bajaron, el guardia de seguridad reconoció a Úrsula. Era nuevo, pero en su capacitación le habían mostrado fotos de la joven heredera. Había pensado que las fotos estaban retocadas, pero se equivocó. En persona, era aún más impresionante.


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