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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 674

—¡Pedro! ¡Pedro!

Desde dentro, solo el silencio respondía.

Desesperado, Marcos intentó girar la manija, pero la puerta estaba cerrada con llave por dentro. No podía abrirla.

—¡Pedro!

Mientras rogaba en su interior que no hubiera pasado nada, empezó a embestir la puerta con el hombro. Aunque todavía no había entrado, una certeza helada se apoderó de él: algo malo le había ocurrido a Pedro. De lo contrario, no seguiría sin abrir.

¡Pum!

Finalmente, la puerta cedió.

Al entrar, un olor denso y metálico a sangre lo golpeó. Encendió la luz de inmediato.

La escena que vio en la cama le hizo flaquear las piernas.

Sangre.

La cama estaba empapada en sangre. Por todas partes.

—¡Pedro! ¡Pedro!

El rostro de Pedro estaba pálido como el papel, ya sin conocimiento.

Con manos temblorosas, Marcos marcó el número de emergencias.

—Hola, ¿emergencias? ¡Mi… mi amigo se cortó las venas! ¡Ha perdido muchísima sangre! —dijo, con la voz quebrada por el llanto.

—Señor, tranquilícese. Ya le envío la ambulancia más cercana. Voy a guiarlo para que le dé los primeros auxilios —le indicó la operadora—. Primero, tiene que intentar detener la hemorragia…

Marcos siguió las instrucciones, pero las manos le temblaban tanto que no lograba hacerlo bien. Por suerte, a esa hora de la noche no había tráfico y la ambulancia llegó en pocos minutos.

Subieron a Pedro a la camilla. Marcos se subió con él a la ambulancia. El estado de Pedro era crítico; estaba en shock, casi no le quedaba sangre en el cuerpo y sus signos vitales se desvanecían.

—¿Es usted familiar del paciente?

—Soy su amigo —respondió Marcos, con los ojos enrojecidos.

—¿Y sus padres?

—Su padre falleció, y su madre lo abandonó hace años —negó Marcos con la cabeza.

La mirada del médico se suavizó con compasión.

—Entonces, por favor, firme este formulario de consentimiento. El estado del paciente es muy grave. Incluso si logramos estabilizarlo, tendrá que permanecer en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Marcos sintió que el mundo se le venía encima. Tomó el bolígrafo que le ofrecía el médico y, con la mano temblorosa, firmó el documento.

Mientras tanto, Alejandra había sido trasladada a un centro de detención por robo de secretos comerciales y enriquecimiento ilícito.

Su primera noche allí fue un infierno. En una celda de apenas quince metros cuadrados se hacinaban doce personas. El calor ya era sofocante, pero no había aire acondicionado, solo un viejo ventilador de techo cuyas aspas chirriantes se mezclaban con los ronquidos de las demás reclusas. Dormir era imposible.

Capítulo 674 1

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