La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 747

Aurora se preguntaba a menudo por qué Ismael la había salvado.

Ella no era más que una huérfana sin hogar. Si hubiera muerto, no habría dejado a nadie atrás.

Pero Ismael era diferente.

Ismael tenía familia, responsabilidades y padres a los que cuidar.

Aurora sentía que estos veinte años habían sido como una condena, un sufrimiento extremo:

—¡Cambiar tu vida por la mía no valió la pena!

Si Ismael no la hubiera salvado, las cosas no serían así.

Ella no estaría viviendo este sufrimiento.

Incapaz de vivir, incapaz de morir.

Si pudiera retroceder en el tiempo, nunca dejaría que Ismael la salvara.

...

En la habitación de la abuela Barragán.

Apenas se fue Aurora, la abuela se despertó.

Wendy se acercó rápidamente para ayudarla a incorporarse.

—Mamá.

La abuela Barragán, con el rostro cansado, dijo:

—¡Esa zorra me va a matar de un disgusto!

La "zorra" era, por supuesto, Aurora.

El ataque al corazón de la abuela Barragán fue real.

De hecho, padecía una leve enfermedad cardíaca.

Pero el desmayo fue fingido.

Solo quería asustar a Aurora.

Wendy le masajeó las sienes a la abuela.

—Recibí la llamada del mayordomo y vine corriendo. Solo me dijo que esa mala mujer la había hecho desmayar, pero no me dijo por qué. Mamá, ¿qué ha pasado exactamente?

Normalmente, Aurora pasaba desapercibida en la casa de los Barragán.

No se imaginaba que hoy pudiera haber enfadado tanto a su madre.

Una mirada maliciosa cruzó los ojos de la abuela Barragán.

—¡Dijo que quería volver!

—¿Volver? —entrecerró los ojos Wendy—. ¿A dónde?

—A su país —dijo la abuela Barragán.

¿A su país?

A Wendy le pareció extraño.

—Mamá, ¿cree que ha recordado algo?

La abuela Barragán negó con la cabeza.

—Haya recordado algo o no, ¡no puedo dejar que vuelva! Tengo que vigilarla. ¡Ella solo puede ser de tu hermano! ¡Tiene que guardar luto y arrepentirse por él!

Al pensar en su hijo, que había muerto tan joven, los ojos de la abuela Barragán se llenaron de dolor.

¡Su hijo no tenía ni treinta años cuando murió!

¡Menos de treinta años!

Todo por culpa de esa zorra.

Si no fuera por ella, ¡su hijo no habría muerto!

Su hijo, excepcional, un hombre brillante, tenía un futuro prometedor. Pero al conocer a esa mujer de mala suerte, su vida se descarriló por completo.

¡Por esa zorra!

¡Su hijo había renunciado a su propia vida!

Cada vez que veía a Aurora, la abuela Barragán sentía un odio visceral, ganas de matarla.

Pero la razón le decía que matarla sería demasiado fácil.

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