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La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 753

La abuela Barragán, como era natural, tenía plena confianza en su hija. Para ella, su hija era como la luna en el cielo, destinada a ser el centro de todas las miradas.

Wendy, que no tenía mucha confianza en sí misma, sintió cómo sus ojos se iluminaban al escuchar a su madre. —Mamá, tienes razón. A partir de hoy, voy a empezar a crear mis propias oportunidades.

Su madre tenía toda la razón. Si la duquesa Juana, que era diecisiete años mayor que el rey Alfonso, pudo convertirse en su consorte y ser su única favorita, eso demostraba que la edad no era un impedimento.

Tenía que casarse con un miembro de la realeza. Convertirse en una segunda duquesa Juana. Y traerle gloria y honor a la familia Barragán.

Wendy se emocionaba cada vez más solo de pensarlo.

En ese momento, la abuela Barragán pareció recordar algo. —Por cierto, he oído que Denis Ramsey ha tenido otra recaída y que esta vez está bastante grave. Busca un momento para ir a visitarlo.

—De acuerdo —asintió Wendy.

La abuela continuó: —Bianca es la única hija sana de los Ramsey. Aunque tiene un carácter un poco peculiar, también posee bastante poder, hasta el punto de que incluso la realeza le muestra respeto. Mantener una buena relación con ella no nos hará ningún daño, así que no vayas a ofenderla amparándote en nuestra conexión con los Avery.

—Tranquila, mamá. Sé perfectamente lo que debo y no debo hacer.

Esto era el País del Norte. Tendría que estar loca para ofender a la nobleza de aquí.

San Albero.

Hoy era el día del examen de ingreso a la universidad.

Aunque Úrsula Méndez no necesitaba presentarse, se encontraba en la puerta del centro de examinación con un ramo de flores en las manos. La primera prueba de la mañana era la de literatura. Terminaba a las once y media.

Úrsula era tan guapa que destacaba entre la multitud como una bella estampa. Por eso, en cuanto llegó, atrajo la atención de varios periodistas.

—Hola, señorita, ¿estás esperando a tu novio? —le preguntó un reportero, acercándole el micrófono.

—No es mi novio —negó ella con la cabeza—. Es una buena amiga.

—Ah, ya veo. No pareces mucho mayor, ¿por qué no te presentas al examen? ¿Dejaste los estudios? ¿Te arrepientes ahora?

El periodista hizo esa pregunta con la intención de que sirviera de lección para los estudiantes que vieran el reportaje. Quería recordarles que en esta vida, lo más importante son los estudios. Y que quien abandona los estudios, acaba arrepintiéndose.

—No he dejado los estudios —respondió Úrsula, sosteniendo el ramo. Las vistosas flores realzaban la belleza de su rostro, haciéndola parecer aún más delicada y hermosa que los propios pétalos—. Hace poco conseguí el acceso directo a la universidad.

—¡Acceso directo! —Los ojos del periodista brillaron—. Compañera, ¿y a qué universidad te han admitido?

Los padres que estaban cerca también se giraron para mirarla, curiosos. Conseguir el acceso directo significaba, como mínimo, entrar en una de las mejores universidades del país. Vaya, parecía que tenían delante a toda una cerebrito.

—He recibido ofertas tanto de universidades nacionales como extranjeras —continuó Úrsula—. Todavía no he decidido a cuál iré.

¿Nacionales y extranjeras? Al oír eso, la mirada del periodista cambió.

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