Dicho esto, la señora Ramsey se arrodilló ante Úrsula. A pesar de ser una dama de la alta sociedad, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por salvar a su hijo.
—¡Señora Ramsey, levántese, por favor! —Úrsula la ayudó a incorporarse—. Salvar vidas es nuestro deber como médicos. Aunque los Hemocystoides son un virus antiguo y muy resistente, la situación aún no es irreversible. Si sigue mis indicaciones y toma la medicación que le recete, el señor Denis se recuperará en menos de una semana.
—¿De verdad? —Los ojos de la señora Ramsey se iluminaron.
—De verdad. —Úrsula asintió.
¡Era la mejor noticia que había oído en mucho tiempo!
Bianca, al oírlo, también se alegró mucho y dijo sonriendo: —¡Mamá, te lo dije! Sabía que Ami podía curar a mi hermano.
Los demás presentes en la habitación tenían expresiones diversas. Aunque Úrsula hubiera tenido la suerte de diagnosticar la enfermedad de Denis Ramsey, eso no significaba que pudiera curarlo por completo. Los Hemocystoides eran un virus antiguo que había estado latente bajo el hielo durante miles de años. Si fuera tan fácil de curar, la enfermedad de la familia Ramsey no se habría prolongado durante tantos años. ¡Úrsula lo estaba simplificando demasiado!
Sin embargo, la señora Ramsey no dudó de Úrsula en absoluto. Se secó las lágrimas con alegría. —Señorita Solano, ¡entonces se lo encargo! ¡Que alguien traiga papel y pluma!
Alguien trajo rápidamente lo que había pedido. Úrsula escribió una receta y se la entregó a la señora Ramsey.
—Gracias, señorita Solano —dijo la señora Ramsey, aceptando la receta con gratitud.
—Señora Ramsey, mi amiga me está esperando en el hotel —continuó Úrsula—. Si no hay nada más, me retiro. Volveré en siete días para una revisión.
—Claro —dijo la señora Ramsey a Bianca—. ¡Rápido, acompaña a la señorita Solano!
—De acuerdo. —Bianca asintió y se acercó a Úrsula—. Ami, vámonos.

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