Entrar Via

La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 88

—¿Te gusta la música tradicional? —preguntó ella.

Después de todo, hoy en día a muchos jóvenes ya no les atrae ese tipo de música.

Úrsula temía que a Israel tampoco le gustara.

—A mí también me gusta mucho la música tradicional —respondió Israel, separando apenas los labios.

—¿De verdad? —Úrsula se mostró sorprendida.

—Sí —Israel asintió levemente.

—¿Y qué tal “El cofre de escamas”? ¿Te gusta? —insistió Úrsula.

—La verdad, sí me gusta bastante.

—Entonces pondré esa.

Apenas terminó de hablar, el interior del carro se llenó con la melodía peculiar y envolvente de la música tradicional.

Úrsula se recostó de manera relajada en el asiento, apoyando la mano sobre la pierna, mientras sus dedos seguían el ritmo, tocando suavemente sobre su muslo al compás de la música.

Quizá para algunos ese tipo de melodía resultara demasiado lenta o poco interesante, pero para Úrsula era todo lo contrario: disfrutaba enormemente de escuchar música tradicional y de dejarse llevar por la calma del momento. Cuando llegaba a una parte que le gustaba especialmente, incluso tarareaba bajito, dejándose envolver.

Desde el retrovisor se podía ver claramente su expresión.

Estaba completamente sumergida en la música, tanto que no notó que unos ojos profundos la observaban con atención desde el espejo.

Tampoco se percató de que el carro había disminuido la velocidad.

Pasaron unos veinte minutos.

El carro se detuvo frente al edificio de departamentos.

Úrsula abrió la puerta y bajó.

—Gracias, señor Ayala, por traerme de regreso.

—No hay de qué —Israel seguía mirando el retrovisor, y le recordó—: Señorita Méndez, olvidó la ropa de su novio.

A través de la bolsa se alcanzaba a distinguir el color de la prenda.

Una camiseta tipo polo, gris.

¡Horrible!

Sí, en serio, ¡qué fea camisa!

—¿Qué novio? —Úrsula frunció el ceño, completamente desconcertada.

Israel, que era alto y de brazos largos, apenas giró un poco para tomar con facilidad la bolsa del asiento trasero y se la extendió.

—Esto.

Úrsula sonrió.

—Ah, esa se la compré a mi abuelo.

¿Abuelo?

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Cenicienta Guerrera